OBAMA SALE EL "CASCARON"

Apaleado” y sombrío tras la zurra republicana del martes, Obama hace las maletas y emprende su “gran viaje asiático” (India, Indonesia, China, Corea del Sur, Jap'on) tantas veces demorado. El presidente se aplica el cuento, tras la intimista sesión de psicoanálisis del miércoles ante la prensa, y decide romper el “cascarón” de la Casa Blanca.
Los sondeos dicen que su popularidad en el extranjero es bastante superior a la que tiene en casa, aunque su primera toma de contacto con el exterior en muchos meses va a servir para demostrarle lo inevitable: el mundo está perdiendo la “fe” en su poder “transformador”.

Con la guerra de Afganistán al rojo vivo, con la prisión de Guantánamo aún abierta y con el proceso de paz en Oriente Medio empantanado, la percepción de Obama en el mundo musulmán ha caído preocupantemente, de un modo muy especial en Pakistán y con la única excepción de Indonesia (su tierra adoptiva, donde intentará encontrar inspiración estos días).
Obama, que se pateó el mundo como ningún otro presidente en su primer año de mandato, hizo acto de contrición y decidió enclaustrarse en el 2010. Ahí le duele…

Hay un riesgo inherente a vivir en la Casa Blanca y estar en la burbuja”, admitió el miércoles, en sus confesiones desde el diván. Sus escapadas tardías al Golfo de México y su intento desesperado por capturar el “duende” de la campaña electoral en los dos últimos meses no le sirvieron para recuperar el terreno perdido.
“Salir fuera me sienta bien”, concluyó. “Porque cuando viajo y mantengo interacciones con la gente, siempre acabo sintiéndome más optimista sobre este país”.
     
Al cabo de dos años, muchos americanos –incluido los independientes y moderados que le votaron- cosideran a Obama como un líder “elitista” y “distante”, poco involucrado en los problemas de la gente corriente. El presidente recordó el miércoles cómo intenta retomar el hilo directo con el americano medio leyendo aleatoriamante el correo antes de irse a la cama: “Las cartas que leo todas las noches me parten el corazón. Muchas de ellas me dan aliento y me sirven de inspiración. Pero nadie me está filmando cuando leo esas cartas”.
       
Obama tiene, claramente, un problema de “percepción” que se fue larvando durante la batalla de la reforma sanitaria y que se ha ido acusando con los meses. “¿Qué ha sido del gran orador?”, se preguntan unos. “¿Qué ha ocurrido con sus dotes de comunicador?”.

“Pienso que es importante destacar cómo una pareja de grandes comunicadores, como Ronald Reagan y Bill Clinton, estuvieron en este mismo podio a los dos años de su mandato y respondiendo a preguntas parecidas, porque la economía no funcionaba”, se consoló Obama, pensando acaso en una redención similar de aquí al 2012.

Pero el látigo del Tea Party no sólo ha agitado las aguas de los republicanos, que ya hacen quinielas para las presidenciales. Las bases progresistas, desencantadas con Obama por el “cambio” que no ha llegado a cuajar, amenazan con espolear al presidente desde la izquierda para evitar un viraje similar al de Bill Clinton en 1994.

El 47% de los demócratas piensa incluso a estas alturas que Obama no es intocable y que debería haber otros candidatos en unas hipotéticas elecciones primarias. Hillary Clinton, entre tanto, sigue poniéndose el mundo por montera, como si los resultados del martes no fueran con ella.

Carlos Fresneda, Nueva York

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