Mientras todos los reflectores apuntaban al referéndum sobre la legalización de la marihuana, California votó silenciosamente sobre otro controverido asunto: la ley del cambio climático.
Pese a la lluvia de millones de las compañías petroleras como Valero o Tesoro, pese al dinero puesto desde Kansas por los hermanos David y Charles Koch, el 60% de los californianos han salido en defensa de la ley y han derrotado a los “escépticos” en una consulta popular sin precedentes.
La Proposición 23, que pretendía invalidar la acción conta el cambio climático, ha sido aparcada en las urnas. La ley que requiere la reducción de las emisiones de CO2 en el 2020 a los niveles de 1990 sigue pues en vigor en la octava potencia económica del mundo, aunque en Washington prefieran no enterarse.
Para Arnold Schwarzenegger, que firmó la ley en 2006, ha sido un desquite personal bajo la línea de meta. “No dejemos que las petroleras de Texas decidan el futuro energético de California”, declaró “Gobernator” en la recta final de su mandato, arropado por las huestes de Hollywood (con James Cameron al frente) y de Silicon Valley (Sergey Brin, Gordon Moore).
Ni la impopularidad de Schwarzenegger, ni el paro rampante del 12% han disuadido a los californianos, que han decidido seguir avanzando por la senda de las renovables y mandar una poderosa señal a la “nueva mayoría” en el Capitolio.
En el desierto del Mojave, entre tanto, empieza en las próximas semanas la construcción de la mayor planta termosolar del mundo, con una capacidad de 1.000 megavatios, suficientes para abastecer más de 600.000 hogares. Como en tantas otras ocasiones, y a pesar de sus profundas contradicciones, California está dispuesta a demostrar al resto del país que otro futuro es posible.
La Proposición 23, que pretendía invalidar la acción conta el cambio climático, ha sido aparcada en las urnas. La ley que requiere la reducción de las emisiones de CO2 en el 2020 a los niveles de 1990 sigue pues en vigor en la octava potencia económica del mundo, aunque en Washington prefieran no enterarse.
Para Arnold Schwarzenegger, que firmó la ley en 2006, ha sido un desquite personal bajo la línea de meta. “No dejemos que las petroleras de Texas decidan el futuro energético de California”, declaró “Gobernator” en la recta final de su mandato, arropado por las huestes de Hollywood (con James Cameron al frente) y de Silicon Valley (Sergey Brin, Gordon Moore).
Ni la impopularidad de Schwarzenegger, ni el paro rampante del 12% han disuadido a los californianos, que han decidido seguir avanzando por la senda de las renovables y mandar una poderosa señal a la “nueva mayoría” en el Capitolio.
En el desierto del Mojave, entre tanto, empieza en las próximas semanas la construcción de la mayor planta termosolar del mundo, con una capacidad de 1.000 megavatios, suficientes para abastecer más de 600.000 hogares. Como en tantas otras ocasiones, y a pesar de sus profundas contradicciones, California está dispuesta a demostrar al resto del país que otro futuro es posible.
Carlos Fresneda
Publicado en el blog En la Ruta Verde de El Mundo
Publicado en el blog En la Ruta Verde de El Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario