- Empezaron a vender a sus vecinos, pero cada semana llegan clientes nuevos
- Jack ha encontrado una motivación y no descarta hacer carrera profesional
- 'Microtrabajos' temporales, una alternativa útil en momentos de crisis
A esto se le llama ganarse el pan... Jack Prince, 17 años, y su
hermana Lara, de 14, se acuestan bien temprano cada viernes. Se levantan
el sábado de madrugada, bajan a la cocina familiar, calientan el horno,
comprueban el estado de la levadura madre, amasan con esmero la harina y
siguen al pie de la letra los secretos que les confió el 'maestro'
Giuseppe Mascoli para elaborar (más que 'fabricar') un pan artesanal
como los que ya no se hacen.
Empezaron vendiéndolo a conocidos y amigos, y no tardó en correr la
voz. Todos los sábados, en el sótano de su propia casa en el sur de
Londres, los chavales despachan a discreción las barras de levadura
natural, las hogazas de pan de centeno, la esponjosa focaccia y las
pequeñas pizzas que saben a gloria recién horneada.
Tal fue el éxito que decidieron crear una 'micropanadería', The Pocket Bakery,
y montar un puesto una vez a la semana en el Doodle Bar de Battersea.
La idea inicial era ganarse el dinero de "bolsillo" para dejar de pedir a
sus padres, pero lo cierto es que el negocio va tirando y Jack Prince
está pensando ya en independizarse.
Cuando el trabajo se vuelve pasión
"Antes de empezar con The Pocket Bakery yo me sentía desmotivado y perdido, como la mayoría de la gente a mi edad",
confiesa Jack. "Ahora no sólo he encontrado algo que me permite hacer
dinero, sino que encima me gusta y me hace sentirme útil para esta
pequeña comunidad que hemos creado. A mis amigos les esperan quizás años
de estudios y de desempleo, tal y como está la cosa. Yo empiezo a ver
mi futuro más o menos claro".
Curtido como aprendiz en Bread Bread, una famosa pizzería de levadura
natural del mercado de Brixton, Jack ejerce como 'micropanadero' por
cuenta propia dos días a la semana y con la ayuda de Lara. El trabajo, aunque duro, se ha convertido en una inesperada pasión
para Jack, que disfruta experimentando con la masa madre y con las
proporciones que debe usar "para lograr un pan más o menos vivo".
Para Lara, hacer pan es de momento una manera de ganar "dinero de
bolsillo" y aprovechar el tiempo hasta que descubra lo que de verdad
quiere hacer en la vida. "Es pronto para saberlo, aún no estoy segura.
La panadería me entretiene de momento. Aprendí más rápido de lo que
nunca imaginé, gracias sobre todo a un buen profesor como Giusseppe. La
parte que más me gusta es el amasado". Jack y Lara reconocen en todo
caso que el "motor" de The Pocket Bakery, hasta que terminó de arrancar,
fue su propia madre, Rose Prince, crítica gastronómica del 'Daily Telegraph'. Prince ha creado su propio 'Baking Club', para salir al encuentro del creciente interés de los lectores por el arte del pan casero. En las páginas del diario relató incluso el nacimiento accidentado de The Pocket Bakery,
cuando sus hijos no demostraron excesivo interés al primer intento y
ella misma –incapaz de usar la pala de panadero y de ajustar las
baldosas cerámicas en su horno- acabó quemando la primera tanda.
Jack, en el puesto al que acude a vender sus panes. | C.F.
"Al viernes siguiente, Jack y Lara decidieron sin embargo tomarse las cosas en serio", escribe Rose en un artículo titulado 'Cómo mis hijos se ganan el pan'. "Nada más volver de la escuela decidieron ponerse con las manos en la masa, y partir de ese día ya no hubo que decirles nada. Nos convertimos en perfectos 'pizzaiolos'. Nos salió un pan maravilloso y se lo vendimos a los vecinos. Ellos ganaron sus primeras 18 libras por cabeza".
"En pocas semanas teníamos ya 20 clientes habituales
y 30 que pasaban todos los sábados por casa", recuerda Rose. "De pronto
descubrimos que estábamos rodeados de gente maravillosa, volcada en
mantener viva nuestra pequeña panadería sin aditivos. Muchos vinieron a
comprar siguiendo el olor a pan. Jack le vendió dos hogazas a dos
testigos de Jehová que llamaron a la puerta".
Una salida para tiempos de crisis
Rose estuvo veraneando este verano en España con sus hijos y sabe de
primera mano lo que está cociendo en nuestro país: "Vivimos tiempos muy
difíciles y vamos a tener que ir pensando en soluciones distintas al paro juvenil.
Una de ellas puede ser la creación de 'microempresas' y 'microtrabajos'
temporales que sirvan a los jóvenes como alternativa y aprendizaje
mientras llega la oportunidad de sus sueños. Los jóvenes necesitan
herramientas y esperanzas para abrirse paso en medio de esta
incertidumbre económica". Para lanzarse con The Pocket Bakery, Jack y
Lara Prince no necesitaron más que una inspección municipal y unos
pequeños ajustes en la cocina. "Mientras no vendamos grandes cantidades
podemos funcionar como hasta ahora y haciendo el pan en casa", asegura
Jack. "Creo que los jóvenes tendríamos que tener muchas más facilidades para empezar negocios así por nuestra propia cuenta, sin necesidad de una gran inversión y sin tanta burocracia".
Las 'micropanaderías', como respuesta sabrosa y sana a alimentación industrial, se están multiplicando como el pan y los peces por los barrios de Londres. La campaña Real Bread
promueve la elaboración casera, los Clubs de Pan y la creación de
Panaderías de Soporte Comunitario (siguiendo el mismo modelo que la
agricultura urbana). Este fin de semana, sin ir más lejos, se celebra en
el Southbank Center el Festival del Pan Real, la mayor convergencia de panaderos artesanales de Gran Bretaña.
"El pan siempre ha tenido siempre un papel primordial a lo largo de
la historia", recalca Cal Courtney, escritor y ayudante ocasional de
Jack Prince en The Pocket Bakery. "Es curioso que la gente vuelva a
valorarlo ahora, en estos tiempos de crisis. Conviene no olvidar que el
pan fue en realidad la mecha que encendió la revolución francesa".
Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
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