Dar
y compartir eran hasta ahora dos palabras proscritas por nuestro
sistema económico. El enriquecimiento personal, la competencia salvaje y
la zancadilla al prójimo fueron la regla de oro durante la década del
“pelotazo”. Parece que algunos no han aprendido la lección después del
“batacazo”, y vuelven a sacar la fusta con la vana esperanza de poner a
galopar de nuevo al caballo con la misma fórmula.
Pero no le vamos a culpar a estas alturas a Adam Smith de todos los males que nos aquejan. Mucho ha llovido desde que publicó La riqueza de las naciones
en 1776, y muchos lo han malinterpretado desde entonces, anteponiendo
el afán de lucro y la prosperidad personal a todos los otros factores.
Estamos
donde estamos y punto. Llevamos cuatro años intentando salir de la
ciénaga de la recesión con los remos gastados. Escuchamos las mismas
falsas promesas sobre el crecimiento económico que sabemos que no nos
llevarán a ningún lado. Nos aferramos al bote salvavidas cuando a lo
mejor va siendo hora de tomar el timón, y salir al encuentro de muchos
otros que también están buscando respuestas en medio de la tormenta.
Curiosamente,
el mensaje hiperconsumista que nos invade siempre por estas fechas está
dejando paso a ese otro de “dar y compartir”, más a tono con los
tiempos que corren y más fieles al espíritu original de estas fiestas.
La economía compartida, la economía del bien común y la economía del “regalo” (gift economy)
son tres afluentes que confluyen en un río cada vez más caudaloso,
paralelo a los cauces de la economía convencional que va poco a poco
abriendo sus compuertas.
Desde su terruño en Bristol, Gran Bretaña, Benita se ha subido a la ola que golpea también fuerte en Francia con Ouishare y en Estados Unidos con Shareable Magazine.
Se calcula que la economía compartida mueve ya en torno a 370.000
millones de euros en el mundo, y el futuro es tan ancho como el
horizonte: alquiler de casas entre particulares, coche social, préstamos
personales, reparaciones, trabajo compartido…
“El estilo de vida 'colaborativo', hasta
ahora asociado con lo 'alternativo', será cada vez más visible y más
común”, asegura por su parte Roo Rogers, coautor del libro y emprendedor
social. Rogers se remonta a los estudios del psicólogo Michael
Tomasello, autor de Por qué cooperamos, que ha sido capaz de
encontrar "respuestas de empatía y colaboración" en los niños a partir
de los dos años. Contra la creencia acendrada del instinto posesivo
("¡mííííío!"), Tomasello asegura que los humanos somos “sociables y
cooperativos por naturaleza”, y que va siendo hora que el sistema
económico tome nota.
La economía del bien común, que estudió precisamente en Madrid y
tiene una especial querencia por
nuestras tierras. “Nuestra economía ha funcionado impulsada por el afán
de lucro y por la competencia”, asegura Felber. “Ha llegado por fin el
momento de incorporar
los valores humanos presentes en todas las culturas: la cooperación, la honestidad, la generosidad, la solidaridad, la compasión”.
los valores humanos presentes en todas las culturas: la cooperación, la honestidad, la generosidad, la solidaridad, la compasión”.
Decenas de empresas en todo el mundo han empezado a
aplicar la fórmula de Felber (“de todo un poco”), que se distancia
tanto de neoliberalismo imperante como de la economía planificada. Su
principio es tan simple como la proclama de la Constitución de Baviera:
“Toda actividad económica servirá al bien común”. Y su objetivo es poner
siempre las interrelaciones humanas en el centro de la ecuación
económica.
“Cuanto
menos usemos el dinero, menos tiempo pasaremos gastándolo y más tiempo
dispondremos para dedicarlo a la economía del regalo””, escribe
Eisenstein, que ilustra su visión formando “gift circles”, integrados
por diez o veinte personas dispuestas a dar y recibir algo a cambio.
“Los
círculos del don están emergiendo en internet en muchas variantes y es
una manera de reclamar las relaciones humanas hasta ahora ausentes en el
mercado”, concluye Einsenstein. “En los tiempos que vienen, y en la
transición hacia otro modelo social y económico, vamos a necesitar la
generosidad, el altruismo y la dedicación de mucha gente. En contraste
con la era en la que todo se puede comprar con dinero, avanzamos hacia
una realidad cada vez más clara: nos necesitamos unos a otros”.
Carlos Fresneda
Publicado en el blog La Realidad Paralela de El Correo del Sol
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