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Barack Obama ha decidido impulsar la energía nuclear. Lo dijo sin ambages durante su discurso del estado de la unión –“vamos a construir una nueva generación de centrales nucleares seguras y limpias en este país”- y lo ha demostrado con creces en el presupuesto: 54.000 millones de dólares de préstamos públicos a la industria nuclear (el triple de hace año).
Obama se propone pues lo que no lograron Bush y Cheney, con la clara intención de “ablandar” el corazón blindado de los republicanos y lograr el apoyo a la devaluadísima ley de cambio climático.
Antes de entrar en más detalles, conviene tal vez hacer un poco de historia y recordar las conexiones del presidente con el “lobby” nuclear... Desde el año 2003, Obama ha recibido un total de 227.000 dólares de contribuciones electorales de Exelon, el gigante nuclear (con 19 reactores operativos en Estados Unidos). El asesor presidencial David Axelrod fue en tiempos consejero de Exelon, y dos altos directivos de la compañía –Frank M. Clark y John W. Rogers- llegaron a figurar entre los más descacatados recaudadores de fondos de su campaña al Senado.
El asunto coleó durantes las primarias demócratas, de ahí la secular cautela de Obama a la hora de abordar el tema nuclear hasta su llegada a la Casa Blanca.
El nombramiento del premio Nobel de Física Steven Chu como secretario de Energía reactivó la expectativas del “revival” nuclear. Las primeras señales fueron sin embargo contradictorias; entre ellas, la pomesa de enterrar los planes de un cementerio radiactivo en Yucca Mountain. El propio Chu admitió sin embargo en el Congreso que la nuclear formaría parte del nuevo “mix” energético, compartiendo honores con las renovables y el carbón “limpio”.
La tensa espera ha dado sus frutos. Por primera vez desde 1979, cuando el accidente de Three Mile Island forzó el parón nuclear en EEUU, la moribunda industria se frota las manos ante la más que posible secuela.
Estados Unidos cuenta en la actualidad con 104 reactores nucleares, responsables de la generación del 20% de la electricidad. Los republicanos reclaman la construcción de un centenar de reactores más de aquí al 2020. La Agencia de Medio Ambiente prevé incluso que en el 2050 puede llegar a haber 180 nuevos reactores operativos.
Silenciosamente, el debate ha vuelto a abrirse en Estados Unidos, con reputados nombres –como James Hansen y Stewart Brand- dispuestos a abrazar la tecnología nuclear en nombre del cambio climático. Amory Lovins y Lester Brown, otros dos grandes referentes del ecologismo norteamericano, se oponen sin embargo a la nueva apuesta nuclear de Obama, por un largo rosario de razones económicas, medioambientales y de seguridad.
En otra ocasión entraremos a fondo en el debate. De momento, nos limitamos a constatar el giro energético de Obama, que acaba de crear la “Comisión para el Futuro Nuclear de Estados Unidos” y que provocó hace una semana el delirio de los republicanos cuando se apropió del programa de John McCain y Sarah Palin: impulso sin reservas al carbón “limpio” y nuevas perforaciones de petróleo en las costas americanas...
Los ecos rancios de la campaña vuelven a sonar estos días con una persistencia insidiosa y muy cercana: “Drill, baby, drill!”.
Carlos Fresneda
Publicado en el blog Crónicas desde EE.UU. de El Mundo
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