La contaminación mata

La contaminación mata. Más o menos, a siete millones de personas al año en todo el mundo. Y a más de 400.000 ciudadanos en Europa, según el último y preocupante informe sobre el estado del medio ambiente en el viejo continente.
    Y a pesar de todo, ahí seguimos, en nuestro estado natural de "despreocupación ambiental", ajenos a los llamamientos periódicos de Greenpeace (que acaba de denunciar el sangrante papel de los "lobbies" a favor de un aire irrespirable) y a campañas como la lanzada este invierno por Equo en Madrid.
    La contaminación mata, perdonen que insista. Y en pocos lugares lo saben tan a ciencia cierta como en China... "En Beijing, en el 2014, hubo 175 días de alta contaminación. Eso significa que durante la más de la mitad del año no pude sacar a la calle a mi hija y no me quedó más remedio que ése: encerrarla como una prisionera".
   Quien así habla -sin acritud, casi con dulzura- es una famosa presentadora de la televisión china, Chai Jing, que ha aprovechado su experiencia personal (su hija nació con un tumor benigno, posiblemente debido a la mala calidad del aire que respiró su madre durante el embarazo) para concienciar a sus compatriotas y a todo el planeta de la dimensión del problema.
   Más de 200 millones de personas han visto en apenas una semana "Bajo la Cúpula", el documental de Chai Jing que ha sido celebrado como "la otra verdad incómoda" o "la nueva primavera silenciosa". Las autoridades chinas no han sabido o no han podido silenciar el mensaje hasta cierto punto inocuo de Chai Jing ante un problema que salta a la vista y a los pulmones de todos.
    "Hace diez años pregunté cuál era el olor del aire y nadie me pudo responder", afirma Chai Jing en los primeros compases de su documental. "Ahora lo sé: el olor del aire es olor del dinero... Y éste no es un problema que los gobiernos puedan resolver por sí solos. Es un problema al que contribuimos todos con nuestras decisiones diarias".
    "Antes, no me importaba ponerme una máscara los días de alta contaminación", reconoce Chai Jing. "Ahora que tengo una nueva vida en mis manos, me he empezado a preocupar. Todos deberíamos empezarnos a preocupar, porque es nuestra vida y la de nuestros hijos las que están en juego".
    Lejos de caer en el pánico o en el catastrofismo, Chai Jing llama a sus 1.300 millones de compatriotas a la acción. El activista local Ma Jun asegura que estamos posiblemente ante la mayor campaña de concienciación usando el poder de las redes en el país más poblado del mundo. Y la mecha se está propagando por todo el planeta...
    La contaminación mata. ¿Hace falta decirlo más alto?

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