La naturaleza tiene un precio

Tony Juniper, en el jardín comestible de su casa en Cambridge. C.F.
Todos sabemos que la naturaleza tiene un valor "incalculable". Pero hasta que no le pongamos números, hasta que no entremos de alguna manera en el engranaje de la economía, la destrucción va seguir como hasta ahora y la ecología va a quedar relegada a los márgenes...
Al menos eso es lo que piensa Tony Juniper, asesor ecológico del Príncipe Carlos y profesor de Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge. Su último del libro, What has nature ever done for us? (¿Qué ha hecho la naturaleza por nosotros?) ha abiero la caja de Pandora y ha provocado un intenso debate en el activismo ambiental en el Reino Unido.
   ¿Hasta qué punto debemos poner "precio" a la naturaleza? ¿Cómo medir rigurosamente la fotosíntesis, la captación de CO2, el ciclo del agua, el reciclaje de los residuos, la fertilidad de la tierra o la polinización de los cultivos? ¿No estaremos cayendo acaso en la misma lógica de la vieja economía, incapaz de vez más allá de los números?
     Sostiene Juniper -ornitólogo de vocación, pragmático por convicción- quela ecología tiene que "ganar necesariamente el argumento económico"para seguir siendo relevante en tiempos de crisis. De ahí su empeño en ponerle un valor a todos los "servicios naturales". Aunque los economistas no se ponen de acuerdo, Juniper afirma en su libro que la aportación de la naturaleza se puede cuantificar en una cifra redonda: 100 billones de dólares al año (73 billones de euros). O sea, notablemente por encima del Producto Bruto Mundial, y eso tirando a la baja.
    "El valor de la Naturaleza es hasta cierto punto incalculable y deberíamos apreciarla tal cual es, con toda su belleza y con todo lo que nos aporta", reconoce el ex director de Amigos de la Tierra en el Reino Unido. "Pero por mi propia experiencia puedo decir que ése argumento es el que hemos mantenido durante 30 años y no nos ha servido de mucho. Seguimos destruyéndola como si en realidad no valiera nada".
    Contra esa negación persistente del "capital natural" se rebela Juniper, partidario de "poner los números sobre la mesa". Ése es el primer paso para avanzar hacia la fusión de dos ciencias que parecían condenadas a no entenderse y que, en su opinión, están abonando el terreno a lo que empieza a conocerse ya como la Bioeconomía.
   Y a quienes le critican por caer en la "lógica capitalista", Tony Juniper responde sin ambages: "Respeto ese razonamiento, pero creo sinceramente que los ecologistas debemos ser más pragmáticos. Tenemos que hacer un esfuerzo por defender nuestra postura en estos tiempos críticos. De ahí mi empeño en aportar cifras y datos que demuestren todo lo que naturaleza hace por nosotros".
Ahí van algunos de los números aireados por Tony Juniper, en las 300 páginas que dan sobrada respuesta a la gran pegunta: "¿Qué hace la naturaleza por nosotros?"...
Se estima que dos terceras partes de los cultivos dependen de la polinización a cargo de los insectos y las aves. La venta de esos cultivos suponen un billón de dólares al año. Sólo en Estados Unidos, la labor polinizadora de las abejas equivale a 124 millones de dólares año.
El 90% de la producción de alimentos depende de los nutrientes del suelo y de la actividad de los microorganismos que permiten la fertilidad de la Tierra. Una tercera parte del suelo agrícola se ha degradado en el último medio siglo por el uso de pesticidas y fertilizantes químicos.
Al ritmo actual de deforestación, el planeta habrá perdido una capacidad de absorción de CO2 equivalente a 3,7 billones de dólares de aquí al 2030. En la última década se deforestado un extensión similar a la del territorio de Alemania. El coste estimado de la contaminación por nitrógeno en Europa es de 70.000 millones de euros al año.
Los oceános aportan (gratis) a la economía mundial unos 21 billones de dólares todos los años, en su triple función como suministrador de alimentos, sumidero de CO2 y generador de oxígeno a través del plancton.
  Suma y sigue... Juniper habla también en su libro de la labor de la naturaleza como "protectora de los desastres", desde las barreras coralinas a los manglares destruidos por la acción humana (y que tuvieron efectos devastadores durante el huracán Katrina). Nos recuerda también el valor del ciclo de agua y recalca los beneficios de trabajar con los sistemas naturales de captación y filtración de la naturaleza (que permitieron ahorrar hasta 7.000 millones de dólares en el sistema de abastecimiento de Nueva York).
   La naturaleza es un suministro incesante para industrias como la farmacéutica y la química: el 27% de las grandes compañías admite que una pérdida de la biodiversidad afectaría directamente a sus ingresos. Y eso por no hablar de lo que el propio Juniper ha bautizado como el Servicio Natural de Salud, con todo el ahorro para la sanidad pública que supondría paliar el "déficit de naturaleza", detrás de casi todas las enfermedades de la opulencia: de la obesidad a la depresión, pasando por las afecciones cardíacas y el cáncer.
"He intentado demostrar que la ecología no es un lujo, sino un elemento vital sin el que no puede funcionar una sociedad, y mucho menos una economía", asegura Juniper. "Afortunadamente, muchas empresas han empezado a reconocer esos síntomas y están tomando medidas. Ahora sólo falta que tomen nota los políticos, que siguen reincidiendo públicamente en el error. Parece increíble que muchos de ellos hayan pasado por Cambridge o por Oxford".
Tony Juniper, que llegó a ser candidato por el Partido Verde, arremete especialmente contra los políticos por haberse convertido en adalides de la "falsa economía"... "Y la falsedad estriba en que estamos midiendo muchas veces como "crecimiento económico" lo que en el fondo es destrucción del capital natural. La ONU estima que los daños ecológicos causados por la actividad humana al planeta avanzan a razón de 4,8 billones de euros al año".
"Lamentablemente, seguimos funcionando con la "lógica" de que para crear riqueza hay que destruir la naturaleza", advierte Juniper. "Por esa regla de tres, sólo cuando se ha sacado a la gente de la pobreza y se han creado clases medias es cuando podemos permitirnos el "lujo" de pensar en los problemas ambientales. Ése modelo de desarrollo, que es el que hemos exportado por desgracia a China e India, ya no nos vale".
¿Y cuál es la alternativa? "Lo que necesitamos es cambiar de lógica. Tenemos que reconocer que los problemas ecológicos son en el fondo fallos económicos, y debemos actuar en consecuencia y sobre la marcha. No podemos seguir "externalizando" los costes. Tenemos que incorporar la sostenibilidad como un valor vital en la economía. .
Sostiene Juniper que, frente a la parálisis de Estados Unidos y de la Europa en crisis, el camino lo están marcando países como Costa Rica, invirtiendo en la protección y recuperación de su riqueza natural, o Brasil, el país que más ha reducido sus emisiones desde la Cumbre de Río y que por fin ha admitido el alto coste de la deforestación.
  Juniper ejerce precisamente como asesor en Sostenibilidad Internacional del Príncipe Carlos, con quien escribió el libro Armonía (junto a Ian Skelly). Cruzaron sus caminos hace algo más de una década, por intereses comunes y de una manera "natural", y mantienen la estrecha colaboración desde entonces.
"El Príncipe Carlos lleva 35 años en estos temas y nadie le marca su agenda ecológica", advierte Juniper. "Todo sale de él y su preocupación es sincera, puedo dar testimonio de ello. Su visión es la de un mundo sostenible y en equilibrio, y eso algo muy destacable en alguien que puede llegar a ser Rey. Tiene además la ventaja de que su cargo no está expuesto cada cuatro años al voto popular, y por eso dice muchas cosa que no se atreven a decir los políticos".

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