Aaron Naparstek dio un “volantazo” a su vida el día en que un coche se plantó bajo su apartamento en Brooklyn y empezó a dar bocinazos en medio de un atasco. Harto de la insiodiosa cantinela, Aaron tomó posiciones en su ventana y empezó a tirarle huevos al tipo del claxon: uno de ellos se estrell'o contra el capó y dejó su impronta pegajosa en el parabrisas.
El conductor cabreado se bajó del coche y apuntó con el dedo hacia el certero lanzador de huevos: ‘”Voy a volver, cabrón ¡Te voy a matar! ¡Sé dónde vives!”.
Nunca más volvió saberse del loco del claxon, pero los insultos en cadena resonaron en la mente Aaron con la música de un “haiku”.
Acto seguido, se puso a componer poemas de 17 sílabas, más o menos
inspirados por los bocinazos (“honks”). Empezó a pegarlos en las farolas
del barrio, y tal fue su éxito que la cosa acabó en libro: “Honku: el antídoto “zen” contra el cabreo del tráfico”.
Cuando la luz se pone verde/ como una hoja en primavera/ suena el claxon con urgencia.
Hace trece años inmortalizamos a Aaron en el papel de “El poeta del
tráfico”, predicando contra la corriente con sus “honkus” en medio de la
marabunta urbana. Ahora, a la vista de los grandes cambios que ha
experimentado Nueva York (650 kilómetros de carriles-bici y sumando),
Aaron se ha plantea si ha llegado el momento de escribir “bikus”: haikus inspirados por su experiencia como ciclista en la jungla de asfalto...
“El modo en que percibes la ciudad se altera radicalmente cuando cambias el volante por el manillar. No sólo es más saludable y reduces tu huella de CO2, sino que abres los ojos y estimulas todos los sentidos. Te sientes realmente parte del entorno y comprendes mejor que nunca que somos parte del medio ambiente”.
Según las noticias/ hoy es un día de mala calidad del aire/ así que procura no respirar.
Aaron ha puesto toda la carne en el sillín en defensa del controvertido
carril de Prospect Park, el mismo que ha desatado en Nueva York la guerra de las bicicletas.
En su opinión, como experto en movilidad urbana, “nos encontramos en
una encucijada histórica comparable a la principios del siglo XX, cuando
hubo que adaptar las ciudades a los coches, sólo que ahora nos toca adaptarlas a los dos ruedas”.
“Entonces también hubo férreas resistencias a los coches, por los
accidentes que casusaban y por cómo alteraron la dinámica de la ciudad”,
recuerda Aaaron. “Con el tiempo, permitimos que se conviritieran en
reyes indiscutibles del asfalto. Pero ha llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla: las calles son para vivir, y no para conducir”.
Otra vez juntos/ estampados contra el semáforo/ ¿para eso corrimos tanto?
Aaron es el impulsor de un movimiento, Livable Streets,
que lleva más de seis años reivindicando calles más “vivibles”, para
quien las camina y las pedalea. En esa dirección avanza Nueva York (con
la meta de 2.700 kilómetros de carriles-bici en 2030) y bajo la batuta
de Janette Sadik-Khan, la directora de Transportes que predica con el
ejemplo de las dos ruedas.
El camino aún en largo, y apenas
el 1% de los neoyorquinos acuden al trabajo en bicicleta. Pero el uso de
la bici se ha disparado un 75% en los últimos años, y Aaron tiene muy
clara cuál es la razón: “Para que las bicicletas circulen hace falta infraestuctura.
Y eso significa que hay que quitarle espacio al coche: estamos
cuestionando al todopoderoso rey de las calles y de las carreteras”.
Aaron desenmascara sin pudor y con humor en su blog callejero a las
fuerzas de la “resistencia al cambio”, que pretenden convertir a los
ciclistas en los “enemigos públicos número uno”. Pero las cosas caerán
por su peso, vaticina. Los coches irán cediendo más y más terreno en las ciudades, hasta
que llegue un momento en que lo normal será desplazarse en bicicleta.
“Nuestros hijos mirarán hacia atrás con incredulidad y no acabarán de
entender por qué tardamos tanto en darnos cuentas de la forma más
sensata y saludable de desplazarse en nuestros barrios”…
Los bosques se están quemando/ pero no te preocupes, aún nos queda/ el Toyota Secuoya
Publicado en el blog EcoHéroes de El Mundo.es
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