LA GRANJERA EN EL TEJADO

En un tejado de Brooklyn, el cinc caliente ha dejado paso a la felicidad de la tierra, y encima han brotado las lechugas, las coliflores y las tomateras. La cosecha palpita a cinco pisos de altura, con el “skyline” de Manhattan al fondo, y Annie Novak se dispone a llenar las primeras cajas de verduras ecológicas, con destino a los restaurantes locales.


“Esto era una tejado inhóspito como cualquier otro hace apenas cuatro meses”, recuerda la granjera urbana. “Lo más fatigoso fue subir hasta aquí la tierra, pero con un buen aislamiento y un puñado de semillas, cualquier tejado puede convertirse en un vergel. Y no sólo tendremos comida, sino que estaremos absorbiendo el agua de lluvia, y cotribuyendo a la refrigeración de los edificios, y mitigando la “isla de calor” tan frecuente en las ciudades”.


Dos mil metros cuadrados tiene el tejado/granja de Brooklyn, creado por Annie Novak y Ben Flanner en lo más alto de un viejo edificio industrial en Greenpoint, reconvertido en estudio de cine independiente. Decenas de voluntarios se han pasado en las últimas semanas para echar una mano con la cosecha, y celebrar de paso el solsticio de verano, o quedarse extasiado con las vistas.


“Siempre me atrajo poderosamente Nueva York”, confiesa Annie Novak, 26 años, curtida en la agricultura en Ghana y en Suramérica (pasó también un tiempo en Sevilla y habla español con gracejo andaluz). “La gente joven hemos descubierto que no hace falta renunciar a la ciudad para estar en contacto con la tierra. Estamos en los albores de un movimiento para traer hasta el asfalto lo mejor del campo”.

Annie Novak en la granja/tejado de Brooklyn


El movimiento se llama Greenhorns y cuenta ya con una película que rastrea la nueva generación de granjeros urbanos, desde la legendaria Berkeley (donde se gestó el Back to The Land de la era hippie) a la “revolucionaria” Brooklyn, con parada obligada en Portland, paraíso de la agricultura “en el patio trasero.


Robyn Streeter y Donna Smith son las artífices de esa singular idea –“Hortelanas a Domicilio”- que está cuajando en otros puntos del país. Por 1.575 dólares al año, las dos granjeras urbanas convierten el típico jardín con césped en una frondosa huerta que alimentará a una familia de cuatro personas durante ocho meses al año.

Robyn Streeter y Donna Smith, hortelanas a domicilio, Portland


"La tierra, las semillas, el riego, la cosecha... todo corre de nuestra parte”, aseguran las creadoras de Your Backyard Farmer, que nos muestran con orgullo dos de las 30 granjas/jardines a su cuidado. “Lo bueno es que este trabajo es que con el tiempo vas calando en tus “clientes”, y aprenden a hacer “compost”, involucran a sus hijos y deciden cultivar ellos mismos un terrenito”.
Salvando la distancia, Robyn, Donna y Annie agradecen el gesto de la primera dama, Michelle Obama
, que con unas botas negras y un golpe de azadón ha conseguido convertir la agricultura urbana en mucho más que una moda pasajera.

Carlos Fresneda, Nueva York
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1 comentario:

Kasasdecoracion dijo...

Es más habitual de lo que parece crear un pequeño huerto o jardín en las azoteas de los hogares. En aquellas ciudades donde el metro cuadrado es escaso y caro, las zonas verdes crecen encima de los edificios y en las pequeñas terrazas de estos.