Las fuerzas del capitalismo rampante, las mismas que alimentaron la ciénaga en la que ahora estamos, repitieron hasta la saciedad el mensaje:"Lo que es bueno para el medio ambiente es malo para la economía. Los políticos de pacotilla hicieron eco, y durante más tres décadas lograron aplazar la revolución pendiente, y reforzar nuestra sucia adicción al carbón y al petróleo. Pero la presa se ha roto por fin, y los ríos del sindicalismo y del ecologismo han terminado confluyendo en ese mar que somos todos y en el que también hay sitio para los empresarios con conciencia y para los políticos comprometidos.
El mayor muestrario social de ese complejo y contradictorio país llamado Estados Unidos confluyó a primeros de febrero en Washington, en un encuentro bautizado como Green Jobs, Good Jobs y donde resonó por activa y pasiva el Verde para todos. Allí estuvo por supuesto Van Jones, el fundador de Green for All, algo así como el Obama de la nueva ecología.
Ha llegado el momento de construir una nueva alianza, donde tengan cabida los trabajadores, los activistas y las minorías, y también los empresarios y los políticos que estén dispuestos a reescribir las reglas de la civilización occidental, reiteró Van Jones en el cierre multitudinario del cónclave en Washington. Vivimos en un planeta, y no en una plantación. El modelo de explotación y de conquista que ha primado hasta ahora no nos vale... Todos tenemos el derecho a subirnos y a beneficiarnos de esta nueva ola verde que tiene el poder de cambiar el mundo.
Van Jones, hijo del profundo sur y abogado de profesión, conociómuydecerca las cicatrices de la desigualdad social en los guetos negros. Su primera preocupación fueron las hordas de jóvenes encarcelados, y con ellos trabajó bajo aquel otro lema –Jobs not Jails (Empleos, No Prisiones)– que sacudió las calles de Oakland y otras ciudades maltrechas.
Con el ímpetu heredado del movimiento de los derechos civiles, decenas de líderes negros siguieron la estela de Jones y dieron vida al movimiento de la justicia ambiental, denunciando el eco-apartheid y plantando cara a las incineradoras, a las centrales térmicas de carbón y a los vertederos concentados en los barrios pobres. Así nacieron los Green Corps, que funcionan ya en varias ciudades norteamericanas, donde empezó a gestarse esta incipiente revolución verde años antes de que tuviéramos noticias de un tal Barack Obama.
Van Jones es el fundador de Green for All, que aboga por que estados unidos potencie una economía verde y se convierta en un modelo para el resto del planeta. a la derecha, manifestantes y standsinformativos durante el encuentro Green Jobs, Good Jobs .
Van Jones ha tenido la virtud de encauzar todo ese movimiento en un auténtico caudal que brota a la superficie precisamente ahora, cuando la vieja economía hace aguas y el nuevo inquilino de la Casa Blanca promete ser un socio aventajado. “Tenemos una ocasión única para convertir este país en un modelo para el resto del planeta”, concluyó Jones. “Somos la familia humana que vuelve a sus raíces”.
Los sindicatos y los grupos ecologistas han recogido el envite y han decidido sellar un matrimonio impensable hace tan sólo unos años. Aunque la verdad es que el acercamiento empezó a gestarse en los tiempos de Kioto, cuando los de siempre nadaban en la abundancia y Clinton prefirió mirar hacia otro lado. De aquellos encuentros en la cuerda floja nació el embrión de lo que luego sería la Blue Green Alliance, donde por fin se dan la mano los cuatro mayores sindicatos y los dos grupos ecologistas con más solera: el Sierra Club y el Consejo para la Defensa de los Derechos Naturales.
“Nacimos con el convencimiento de que las respuestas a los problemas económicos y a los retos del cambioclimático son los mismos”, sostiene David Foster, al frente de la Alianza Verde Azul. “El tiempo nos ha dado razón: tenemos que invertir en energías limpias y crear millones de empleos verdes si queremos poner en marcha la economía y salvar el planeta”.
"Vivimos en un planeta, no en una plantación –dijo el ecologista Van Jones–. Esta nueva ola verde tiene el poder de cambiar el mundo"
La alianza convocó la cumbre del Empleo Verde, y allí estuvieron más de 2.500 representantes del ecologismo ydel sindicalismo. Las voces más notorias de los trabajadores, como Richard Trumka o James Hoffa, se alternaron con las de Cathy Zio (mano derecha de Al Gore en la Alianza por la Protección del Clima), Allison Chin (presidenta del Sierra Club) o Phil Agelides, al frente de ese otro grupo de convergencia, la Alianza Apolo.
La nueva directora de la Agencia de Medio Ambiente, Lisa P. Jackson, se dejó caer en la recta final para prometer que el Gobierno hará piña con todos ellos en “la economía de la nueva energía”. Pero la auténtica hermandad fue la que se coció a ras de tierra, entre los currantes verdes como Jon Hobson, 28 años, que antes ponía ladrillos en Washington y ahora se pasea con su master en eficiencia energética; o Cynthia Robins, militante de boquilla hasta hace unos meses, cuando decidió pasar a la acción como reforestadora en New Hampshire; o Tem Blessed, rapero nacido en Guinea Bissau, reclutando jóvenes para la causa en el grupo YouthBuild. La mezcla fue el mensaje: nunca hasta ahora se había producido la vibrante simbiosis de ecologistas y sindicalistas en las escalinatas del Capitolio. Unos y otros vislumbraron el anchísimo horizonte del empleo verde: instalación de placas fotovoltaicas, fabricación de turbinas, mantenimiento de granjas eólicas, expertos en tejados verdes, técnicos en reciclaje, agricultores orgánicos, mecánicos de bicicleta.
Todos a una reclamaron el derecho inalienable de la nueva era que ahora empieza y que está llegando ya a nuestras orillas: “Una economía que funcione para todos”.
Carlos Fresneda
Verde para todos, publicado en la revista Integral nº 351 / Marzo 2009
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