Después
de “despellejar” cientos de cadáveres humanos para las exposiciones
intinerantes de “Body Worlds” (34 millones de visitantes en todo el
mundo), el científico iconoclasta Gunther von Hagens, con su sombrero a
lo Idiana Jones, decidió embarcarse en un reto de dimensiones
“paquidérmicas”...
“Samba”
murió en febrero del 2005 de una enfermedad cardiovascular en el
zoológico de Neunkirchen. Su inmenso cadáver estuvo a punto de ser
triturado para extraer la grasa animal. El doctor Norbert Fritsch paró a
tiempo la macabra maquinaria y llamó por teléfono al Instituto de
Plastinación de Heidelberg:
-“¿Aceptarían ustedes una elefanta?”
La aceptaron. Y durante tres años, el equipo de 30 expertos capitaneado por Gunther von
Hagens consumió exactamente 64.000 horas en el laborioso proceso de
embalsamado, extracción de los líquidos corporales, disolucion en
acetona, impregnación de polímeros y resinas, posicionamiento del cuerpo
y “curado” final.
El
apabullante resultado es este “gentil gigante” de cinco toneladas, con
los 40.000 músculos de su trompa en “carne viva”, que saluda desde esta
semana a los intrépidos visitantes de 'Animals Inside Out' ('Animales por dentro hacia afuera') del Museo de Historia Natural de
Londres. A su lado, una jirafa de más de cinco metros nos muestra las
arterias de su cuello, dotadas con válvulas especiales para garantizar
que la sangre le llega al cerebro en cualquier posición.
Más
cerca, casi humano, tenemos al gorila “Artis”, que murió en el zoo de
Hanover, y fue también plasnitizado en posición desafiante y vertical,
con sus doscientos kilos de masa corporal sostenidos por una poderosa
maraña de músculos que para sí quisiera un levantador de pesas.
“Tenemos
pequeñas o grandes diferencias anatómicas, pero a fin de cuentas todos
estamos hechos de la misma materia y formamos parte del reino animal”,
sostiene Angelina Whalley, directora del Instituto de Plastinación y
mano derecha de Gunther von Hagens en sus exposiciones en medio mundo.
La
nueva muestra se titula “Animal inside out”, con un crédito al inicio
aclarando que todos los animales expuestos fueron donados después de
muertos. El escalofrío de “Body Worlds” deja paso aquí al asombro y a la
incredulidad ante este peculiar safari bajo la piel de decenas de
especies: de los tiburones a los calamares gigantes, de los antílopes a
los caballos, de los bueyes a las cabras...
“La
idea es desvelar el milagro de la anatomía, hacer ver lo extraordinario
detrás de los ordinario”, asegura Whalley. “La controversia que crearon
nuestras primeras exposiciones ya quedó atrás. La gente ha entendido
que detrás de todo esto proceso hay un afán de infinita curiosidad...
Ahora que sabemos mejor cómo funciona el cuerpo humano, vamos a explorar
el interior de otras especies más o menos cercanas”.
Un tiburón. | Gunther von Hagens/Institute for Plastination.
Cabeza de caballo.| Gunther von Hagens/Institute for Plastination.
Después
del elefante y el gorila, Angelina Whalley muestra su predilección
inconfesable por el tiburón, con la infinita red de vasos sanguíneos
–rellenos de pintura roja- dándole una apariencia fosforescente en medio
de la oscuridad de la sala. “Es el primer pez que hemos conseguido
plastinizar”, explica Whalley, que nos invita a mirar con igual
detenimiento el inmenso hígado del escualo, extraído y expuesto en la
misma vitrina.
Richard
Sabin, al frente del Departamento de Vertebrados, prefiere sin embargo
la “configuración” de los vasos capilares del conejo: “Estamos ante una
auténtica obra de arte de naturaleza... Creo sinceramente que va a haber
un antes y un después de esta muestra. Nunca volveremos a ser capaces
de volver a mirar el reino animal con los mismos ojos”.
Defiende
Sabin la decisión de abrir de par en par las puertas al particular
“safari” de Von Hagens en una institución con la solera y la reputación
del Museo de Historia Natural: “Este es el contexto ideal. Aquí labró su
fama Richard Owen, el padre de la anatomía comparativa y no puedo dejar
de pensar ante este increíble despliegue que nunca habría sido posible
sin la técnica de la plastinación”.
Un camello. | Carlos Fresneda.
Nos
invita Sabin a admirar otra de las principales atracciones de la
muestra, la jirafa “segmentada” que puede contemplarse casi como una
obra de arte... “No hay ni un asomo de violencia o crueldad en los
animales que aquí vemos. En todo caso percibimos su fragilidad como
seres vivos, y su asombrosa belleza”.
Una
de las particulares obsesiones de Gunther von Hagens son las cabras,
por su condición prodigiosa de “acróbatas”: en “Animal inside out”
descubrimos cómo sus patas anteriores no están unidas al pecho por
articulaciones, sino por músculos y ligamentos que facultan su condición
de “todo terreno”.
Grandes
pulmones y un corazón fuerte son el secreto “volador” de los caballos,
uno de los mejores ejemplos de adaptación animal a su medio por
excelencia: la pradera. La cabeza del equino –su centro de mando-
soprende al visitante partida en tres, para que podamos observar todo lo
que esconde bajo sus hocicos.
El
desierto ha forjado al animal resistente por excelencia: aquí tenemos
al camello, patido en tres en el hall del Museo de Historia Natural,
exhibiendo sin pudor el estómago en el puede almacenar de un largo trago
hasta 100 litros de agua (suficientes para resistir sin beber dos
semanas).
Las
vacas tienen el mismo número de dientes que los humanos (32) y sin
embargo mastican hasta 30.000 veces al día y son capaces de generar
hasta 150 litros de saliva. No contentos con hacernos viajar al sistema
digestivo de los rumiantes, Gunther von Hagens nos invitará finalmente a
apreciar en todo su poderío un corazón de toro, que pesa exactamente
2,5 kilos, cinco veces más que el corazón humano.
Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
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