¿qué coger del banquete global?

Es mucho lo que nos ofrece la mesa de la Tierra, pero deberíamos coger sólo lo que necesitamos, pues hay muchos millones de personas detrás de nosotros esperando su parte.

Últimamente suelo pasar por la ronda del Litoral en Barcelona y siempre hay una panorámica que me hace tomar conciencia de la economía globalizada de la que soy parte activa. Al puerto de la ciudad llegan más de un millón de contenedores al año, además de las cargas que vienen a granel transatlántico –como la soja transgénica– para alimentar seres vivos estabulados que luego son comidos por otros. Pero en ellos también viajan miles de geografías, cientos de nacionalidades y millones de horas laborables, muchas veces en condiciones de explotación refinada.
Al lado del puerto comercial siempre se puede otear, no uno, sino varios barcos de grandes dimensiones que cruzan los mares atiborrados de afortunados y radiantes turistas globales. Son enormes, seguros y tan confortables que superan con creces los de la vieja serie televisiva Vacaciones en el Mar. No es difícil que, mirándolos, me vaya en ocasiones a ese mundo que también cruza mares con ilusión y esperanza, aunque en su caso no hay puertos que los esperen con oferta para el consumo y el despilfarro. En su lugar es la Cruz Roja la que, muchas veces, si ha habido suerte, los recibe, nutre y aloja.
El activista Jim Merkel, en su libro Simplicidad radical, comienza analizando nuestra civilización sobre la única Tierra conocida como un gran buffet donde está todo lo que de ella puede salir. Es muy abundante, ya que en la mesa se mezclan desde las vacaciones, hasta los cerdos nutritivos o los libros como el suyo. En ella también encontramos los barcos que navegan con cargas de cualquier tipo, los preservativos que tanto ayudan, la madera legal e ilegal para nuestros muebles, los chips que nos hacen volar virtualmente, los adoquines de las canteras de China para nuestras calles elegantes o los combustibles fósiles que son, junto con el agua, nuestros líquidos vitales. Eso sin olvidar la justicia social, los buenos gobiernos, los proyectos para el bien común, y no lejos, sus contras.

La pregunta que hace Merkel es cuánto debemos coger del banquete global todos los que estamos, haciendo hincapié en que tú y yo nos situamos entre los primeros 1.500 millones puestos de la fila de la familia humana, y que toda ella está a la espera de coger de la mesa lo que cree que necesita.
Cuando contemplo los miles de contenedores apilados, visualizo el gran banquete y me veo mirando hacia el final de la cola y preguntándome lo mismo que Merkel: “¿Cuánto cojo para que el último de la fila pueda coger también algo?” La respuesta siempre es confusa, pero al ser incierta, me da fuerzas para trabajar por un mundo sin perdedores humanos ni de las otras especies.

Miro en la wiki la definición de “consumo responsable”: ”Es un concepto defendido por organizaciones ecológicas, sociales y políticas que consideran que los seres humanos harían bien en cambiar sus hábitos de consumo ajustándolos a sus necesidades reales y optando en el mercado por opciones que favorezcan la conservación del medio ambiente y la igualdad social.”
Se esgrime que el acto de consumir no solamente es la satisfacción de una necesidad, sino que implica colaborar en los procesos económicos, medioambientales y sociales que posibilitan el bien o el producto consumido. Por ello se postula que deberían tenerse en cuenta en el momento de elegir entre las opciones disponibles en el mercado las que menos repercusiones negativas tengan.

Mientras convivo con un mundo exquisito de publicidad únicamente para el consumo de todo lo posible, reniego y me duele ver cómo una gran parte de la sociedad queda embobada consumiendo carreras de coches y motos veloces que no sirven para nada salvo para incitar a consumir máquinas que cambian el clima, complican la vida y alteran la economía global. Me gustaría consumir cursos de conducción eficiente que permitieran en un rato saber cómo ahorrar el 15% del líquido negro y sus emisiones de CO2 a la atmósfera y, al poco, ver un anuncio sobre la novedosa oferta de coches compartidos (car sharing). Y todo ello mientras elijo para unos días de relax un destino donde pueda llegar en tren y bicicleta leyendo verdades y escuchando buena música sin que los sueños de otros mercaderes consuman mis ilusiones por un mundo mejor con menos.

Como quiero saber qué hay detrás de las joyas que compro, el café que tomo y la ropa que visto, Loretta Napoleoni me ayuda con su libro Economía canalla a consumir conciencia global y a conocer la realidad de un capitalismo salvaje que siempre gana. Porque intuyo que, aunque asesine, expolie y robe felicidad colectiva, no dejará de cumplir con sus objetivos y de generar continuos beneficios.
Mientras consumimos un mundo bello, limpio y esperanzador que podría ser justo y solidario, me pregunto cómo puedo seguir siendo parte de este pequeño y finito planeta. Pero también de una civilización que me emociona y me sorprende siempre a pesar de contenerme con dolor y rabia, angustias e impotencia por ser tan poca cosa en algo tan enorme e inmenso como el mundo que ayudo a transformar.

Yo me autocontengo, cojo lo mínimo del gran buffet, no colaboro con los canallas del capital mientras decido escuchar las voces y conocimientos de una humanidad y una economía responsable y de sus diversos actores que lo que persiguen es consumir a raudales futuro justo, decisiones inteligentes y valientes y el sueño de la felicidad global.

Sé que me queda mucho para sentirme bien cuando pase por la ronda del Litoral, pero no por ello debo dejar de intentar consumir con el alma en paz y la mente dispuesta para el cambio.

Integral práctica:
Simplicidad radical
Manual de navegación hacia la vida sostenible en un planeta finito.
Editado y distribuido por la Fundación Tierra – www.terra.org – tel. 936011633
La doctrina del shock
Puedes conocer detalles de este libro importante para los riesgos que podemos correr si no nos informamos con detalle sobre las técnicas de la tiranía del poder.
La rebelión de los productos
Propuesta de la Coordinadora Estatal de Consumo Justo para conocer el problema, las causas y las soluciones de numerosos productos de consumo en la vida cotidiana. Una útil guía orienta de redes y posibilidades para consumir con más responsabilidad.
Biohabitat

Tienda online de la Fundación Tierra con una extraordinaria selección de productos para el cambio.
Dinamo papelería sostenible

catalogo de venta a distancia de productos seleccionados con los mas altos criterios del consumo responsable.
alSol tecnologías solares S.L.
Fabricante de solardomesticos para el cambio, cocinas y secador solares, productos para la educación energética y la experimentación ecológica.
Mercasol
propuesta de mercado social, online y punto de ventas, impulsada por la Ecomensajeros Trèvol, SCCL, desde Barcelona.
Avancar
El coche compartido, un paso inteligente hacia un futuro mejor.

Por Manolo Vílchez

Publicado en Integral 348, diciembre 2008
por fin la revista Integral de nuevo en la red


los cambios tienen todas las dimensiones posibles, de pequeñisimos a enormes y todos pueden ser poderosos.
Ahora que acaba de cambiar, afortunadamente para todos, el destino de los Estados Unidos, todos los cambios posibles, necesarios, extraordinarios y vitales para el bien común de todo lo que vive no nos deben asustar, al contrario, la historia de una humanidad globalizada en un pequeño planeta acaba de dar un giro, que aunque con rumbo a lo incierto, es motivo de ilusión para el devenir que esta delente nuestro, de cada uno de nosotros. Los pequeños cambios son poderosos y los grandes, sin más remedio, absolutamente necesarios. Mucha fuerza al nuevo sueño global y que la doctrina del shock no tenga ninguna posibilidad de aplicar sus maldades.


mucho sostenible y mucho de intenso para el año con el 9 al final de las cuatro cifras unidas

un pequeño detalle de dos estudiantes que quisieron cerrar el año activándose:

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