Rebelión en el jardín















Fotos: C.F.
En rigurosa competencia con el té y el cricket, pocas cosas hay tan esencialmente británicas como el "gardening". Por eso no es de extrañar que las entradas al celebérrimo Chelsea Flower Show se agotaran hace meses, o que en la reventa te pidan 300 euros para ver y tocar la pirámide verde de Diarmuid Gavin, el jardín japonés de Kazuyuki Ishihara, las esculturas vegetales de Cleve West o el festival de orquídeas y verbasco de Joe Swift...
Hay mucha pasión, es cierto, pero también mucho pijerío y mucho elitismo en estos jardines anti-alergias que parecen diseñados con escalpelo, para que todo esté en su prefecto sitio, incluidas las abejas y las mariquitas.
Contra esta versión pulcra y milimetrada del "gardening" se rebela últimamente una nueva escuela de arquitectos del paisaje, jardineros varios y guerrilleros verdes. El festival Chelsea Fringe pone la ciudad a sus pies, y es apasionante recorrer el laberinto de Londres buscando los brotes que surgen por doquier...













En la City, junto al impresionante mercado de Smithfield, aparece estos días el Jardín de la Desorientación. Deborah Nagan, con su estudio Uncommon, ha diseñado un jardín vertical de menta colgante, entre cajones donados por los carniceros y en un espacio por donde corría la sangre y ahora fluye libremente el ron...
"Lo he llamado así porque la gente se siente un poco perdida, y eso es bueno", confiesa Deborah. "Aquí, cuando mencionas la palabra jardín, la gente piensa en el típica y pulcra versión inglesa, con ese sabor a viejo que todos conocemos... Creo que va siendo hora de "modernizar" lo que entendemos por jardín".
En su Jardín de las Desorientación, entre mojito y mojito, Deborah nos invita a dejar volar nuestra imaginación, o a permitir que se impregnen todos nuestros sentidos... "Me gusta la menta en todas sus variedades porque es una planta fuerte y resistente, que parece que nos esté pidiendo a gritos: huéleme, tócame, mast'icame...".
En este patio amentolado que tiene algo de cubano y andaluz, Jyll Braley exhibe sus retratos de gente con flores, Little Sparta deja sonar su música y la Modern Garden Company pone los asientos rabiosamente modernos. Salimos de allí con la sensación de que a Londres le falta un punto cardinal, algo posiblemente cierto...
Menos mal que el sur existe, y que por allí anda haciendo de las suyas Richard Reynolds, al frente del movimiento Pimp Your Pavement, que está llenando de girasoles hasta la última grieta en el asfalto de Londres. Lo que empezó hace cuatro años en Perronet House, como uno tantos de jardines de guerrilla, se ido extendiendo por toda la geografía urbana por simple polinizaci'on.
Siguiendo el rastro del The Biycicle Beer Garden, un vergel ambulante a pedales y sobre latas de cervezas, hacemos una parada obligada en el Garden Museum. Y alli nos vamos finalmente al barrio de Lambeth, donde ha echado raíces lo último en jardinería comestible, el movimiento Incredible Edible,fundado por un puñado de mujeres iconoclastas en el pueblo de Todmorden y con el lema más inclusivo que imaginarse pueda: "Si comes, estás dentro"
Seguiremos explorando...
Carlos Fresneda / Londres

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