'A Closer Winter Tunnel', de 2006
Respiren hondo y cierren los ojos. Y ahora ábranlos y asómense a la campiña inglesa con la mirada intensa de David Hockney, el mayor pintor británico vivo, reencarnado en paisajista incomparable tras haber sido cabeza de cartel del 'pop art'.
Van Gogh tuvo su Provenza, Constable tuvo su Dedham Vale y Hockney
tiene ahora su East Yorkshire. Allí nació hace 74 años, en el remoto
Bridlington, aunque media vida se la pasó tostándose al sol de California y pintando sus chicos y sus piscinas.
No hay sitio sin embargo para su clásico, 'A Bigger Splash', en la exposición que le dedica estos días la Royal Academy. El paisaje lo inunda todo,
incluida la inmensa sala central presidida por un lienzo de 12 por
cuatro metros –'La llegada de la primavera'- y recorrida por 51 imágenes
a gran escala de dibujos hechos en un iPad.
Porque el iPad es algo más que el cuaderno de bocetos de Hockney. "El
iPad es como lienzo que nunca acaba y que te permite captar el momento y
pintar a un ritmo trepidante", asegura el artista, que maneja como
nadie la aplicación 'Brushes'. "A Picasso le encantaría, es una herramienta sin la que yo ya no podría trabajar...".
En Hockney se dan la mano el viejo oficio y la última tecnología. Un
día le vemos en lo alto de una colina, pintando 'en plein air' al más
puro estilo impresionista. Y otro día se adentra con un 'jeep' por el bosques,
pertrechado por nueve cámaras que graban desde distintos ángulos y que
crean un hipnótico efecto sensorial que va mucho más allá de las tres
dimensiones.
"La cámara tiene una mirada geométrica", sostiene. "Pero el ojo
humano es psicológico y selectivo. Es muy difícil reproducir ese efecto,
pero yo lo estoy intentando... Cuando me dicen si no es ya demasiado
tarde para volver a pintar paisajes, que un tema gastado, yo respondo
que lo que está gastada es nuestra mirada, que hay que aprender a mirar
la naturaleza de otra forma".
Desde hace 20 años, Hockney arrastra una sordera que va en aumento.
Aunque la pérdida del sentido auditivo tiene una compensación: ve más y
mejor. Fue en 1997, durante una larga estancia en East Yorkshire para
despedir a un amigo enfermo en fase terminal, cuando recibió la consigna
–"¡Pinta su paisaje!"- y abrió los ojos.
"En cierto modo fue reencontrarme con el paisaje de mi infancia, pero
también fue redescubrirlo con otra sensación", reconoce. "Durante 30
años viví en una suerte de verano eterno californiano. Al volver a mi tierra, descubrí los cambios en la naturaleza.
Me asombró descubrir que, pese al tópico de los cielos grises, hay una
maravillosa luz cambiante en el paisaje inglés. Nunca hay dos días
exactamente iguales".
Carlos Fresneda | Londres
Publicado en El Mundo.es Cultura
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