.“Los escépticos se han realineado en una “coalición de  los negacionistas”, con la intención de confundir a la opinión pública y evitar  un compromiso político”
 .“Yo no le he recomendado personalmente al presidente  Obama que haga esa apuesta tan decidida por la energía  nuclear”
 .”Los españoles deberían estar orgullosos de haberse  puesto en la vanguardia del mundo en energía eólica y  solar”
  
   No ha sido un invierno propicio para el cambio climático.  Tal vez por eso Al Gore eligió el repliegue y hasta hace unos días no rompió el  silencio proverbial que se trajo de Copenhague. Rastreamos su pista por su  oficina en Nashville, coincidimos con él en la conferencia TED de Long Beach y  finalmente logramos hablar durante media hora de su nuevo libro, “Nuestra  eleccion” (Gedisa), y de sus planes para hacer frente a esa “coalición de  negacionistas” que ha logrado darle la vuelta al mensaje. Contra vientos y  tempestades, Al Gore repasa someramente las “soluciones” al calentamiento  global, asegura que nos queda una década para pisar el acelerador y vaticina que  las aguas volverán a su cauce en cuanto vuelvan a subir las  temperaturas...
  
 PREGUNTA: Tras la nieve caída desde Copenhague, mucha  gente empieza a pensar que el cambio climático es una  ilusión...
 RESPUESTA: Yo sería el primero en celebrarlo si fuera  así... Pero por desgracia la evidencia científica recopilada durante las dos  últimas décadas sigue prácticamente intacta. Un invierno especialmente frío en  nuestro hemisferio no puede hacernos perder de vista el problema global... No  podemos “suprimir” el problema con tan sólo desearlo, mientras seguimos  emitiendo 90 millones de toneladas de gases invernadero cada 24 horas en las  atmósfera. Yo diría que la verdad del cambio climático es si cabe más incómoda y  urgente que nunca.
 P: Pero no negará que la credibilidad de los científicos  del clima está bajo mínimos...
 R: Los emails pirateados a los científicos de la  Universidad de East Anglia y un error real –el cálculo sobre la desaparición de  los glaciares en el Himalaya- no pueden comprometer los 22 años de trabajo del  Comité Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Para reescribir la  ciencia, los escépticos tendrían que rebatir miles de estudios científicos  rubricados por las principales instituciones de todo el  mundo.
 P: La ONU ha decidido revisar esta misma semana el último  informe del IPCC. Hay quienes piden la dimisión de su presidente Rajendra  Pachauri, que compartió el Nobel de la Paz con usted en el  2007...
 R: Pachauri está siendo víctima de los mismos ataques  personales que sufrí yo. Es la vieja estrategia de “matar al mensajero”... Pero  tengo mucha confianza en él y estoy seguro de que resistirá las presiones. La  decisión de crear una comisión especial para revisar el informe del IPCC me  parece acertada y creo que servirá para despejar las dudas. En un volumen de más  de 3.000 páginas tiene que haber necesariamente errores. Pero la conclusión  final, que el cambio climático es real y que se debe en gran parte a la acción  humana, es incuestionable.
 P: Phil Jones, el científico que dimitió tras el  escándalo de la Universidad de East Anglia, admite sin embargo que no ha habido  un calentamiento “estadísticamente significativo” desde  1995...
 R: Me remito al último estudio de la NASA, que ha  confirmado que la primera década del siglo XXI ha sido la más cálida registrada  en la historia. Insisto: el consenso científico no se ha quebrado. Los  escépticos de clima, eso sí, aprovechan cualquier elemento a su favor para  seguir sembrando la duda, porque esa es su estrategia, que es la misma que  utilizó la industria del tacabo para hacernos creer que los cigarrillos no  presentaban ningún riesgo para la salud.
 P: En cualquier caso, los “escépticos” están ganando la  batalla de la opinión pública...
 R: Los escépticos se han realineado en una auténtica  “coalición de los negacionistas”, con la intención de confundir a la opinión  pública y evitar cualquier intento de compromiso político. Y es cierto: están  sacando mucho partido a la decepción general que ha quedado tras la cumbre de  Copenhague. Pero la gente debe saber lo que hay detrás... Se trata de una  campaña masiva para intentar convencernos de que el calentamiento global no es  real y que por tanto no debemos precuparnos. Sólo en mi país, la industria del  carbón y del petróleo se gastó el año pasado 500 millones de dólares en anuncios  televisivos con ese fin. Hoy por hoy, hay cinco “lobistas” contra la ley del  clima en Washington por cada congresista y  senador.
 P: Muchos piensan que el presidente Obama podría haber  hecho mucho más ¿Qué le parece su papel en Copenhague? ¿Dónde está el líder en  la lucha contra el cambio climático que tantos  esperaban?
 R: Obama ha hecho en un año más que ningún otro  presidente por impulsar la energías limpias en Estados Unidos. El problema es  que llegó a Compenhague con las manos atadas, sin un mandato claro del Senado,  donde la ley del clima lleva estancada ocho meses. Esa fue, creo, una de las  razones por las que ocurrió lo que ocurrió en Copenhague: muchos países llegaron  sin haber hecho los “deberes”. El primero de ellos,  Estados  Unidos.
 P: Y díganos, usted que ocupó un escaño durante ocho años  ¿cómo se explica que la mayoría demócrata no sea capaz de sacar adelante la Ley  del Clima?
 R: Es un asunto complejo porque hay muchos intereses en  juego. También hay que contar con el bloqueo parlamentario de los  republicanos... Obama se ha reunido esta semana con un grupo de senadores de  ambos partidos, de John Kerry al republicano Lindsey Graham. Creo que se está  acercando por fin a un solución de compromiso. Es más, confío en que la Ley del  Clima se aprobará en primavera y cambiará radicalmente la dinámica  actual.
 P: ¿A pesar de todas las concesiones a los “lobbys” del  carbón, del petróleo y de la industria  nuclear?
 R: El texto está aún abierto, pero tengo la esperanza de  que será el mejor posible, dadas las circunstacias. Aunque los grupos que  trabajamos en el cambio climático no podemos bajar la guardia. Necesitamos  reagruparnos para hacer frente a esa oposición masiva que sólo quiere ganar  tiempo.
 P: ¿Qué le parece el reciente impulso de Obama a la  energía nuclear?
 R: Yo creo que hay que situarlo en este contexto: Obama  quiere encontrar un territorio común en el que se pueda alcanzar un compromiso  con los republicanos.
 P: Usted dedica todo un capítulo en su nuevo libro a la  “Opción Nuclear” ¿Cuál es su “elección” personal: pronuclear o  antinuclear?
 R: Digamos que no descarto que la energía nuclear pueda  jugar un papel en el futuro, similar o incluso superior al que tiene ahora. Pero  hoy por hoy, el gigante nuclear se enfrenta a dos grandes obstáculos: el alto  coste económico y la seguridad (la proliferación  y el almacenamiento de los residuos).  Después de treinta años sin construir un reactor, conseguir que la energía  nuclear sea competitiva en Estados Unidos va a requerir mucho dinero y mucho  esfuerzo. Quienes defienden a toda costa la opción nuclear hablan de la promesa  de la cuarta generación de reactores, pero es una tecnología que aún está muy  lejos... y lo que no nos sobra en la lucha contra el cambio climático es  precisamente tiempo.
 P: ¿Recomendaría usted al presidente del Gobierno José  Luis Rodríguez Zapatero que siga los pasos de Obama e incluya la nuclear en el  “mix” energético del futuro?
 R: Yo no le he recomendado personalmente al presidente  Obama que haga esa apuesta tan decidida por la energía nuclear, y no creo que  pudiera recomendárselo al primer ministro de un país del que no soy ciudadano...
 P: Usted hace referencias constantes a España en “Nuestra  Elección”, sobre todo en los capítulos dedicados a la energía solar y eólica  ¿Somos realmente un “modelo mundial”?
 R: Los españoles deberían estar orgullosos de haberse  puesto en la vanguardia del mundo. España es la segunda potencia solar y la  cuarta en energía eólica. El viento es ya más del 13% del suministro de energía.  Creo que allí están demostrando que se puede tener energías renovables a gran  escala, como está ocurriendo a ahora con las plantas termosolares... Con España  tengo además un vínculo muy estrecho a través de The Climate Project, por el que  han pasado decenas de empresarios y activistas comprometidos en las acciones  contra el cambio climático.
 P: En España hay también un debate intenso sobre el  secuestro del carbono. Usted dijo no hace mucho que hablar del “carbón limpio”  era como hablar del “cigarrillo  saludable”...
 R: Con respecto al carbón hay buenas y malas noticias.  Las buenas noticias son que la tecnología para secuestrar el carbono se está  desarrollando en varias partes del mundo y parece que funciona. Las malas  noticias son que resulta muy caro y que el proceso consume además hasta una  tercera parte de la energía que produce una central térmica. Si aplicáramos esa  tecnología a todas las plantas que funcionan hoy en día, el precio de la energía  se dispararía tremendamente, y no creo que eso sea algo que la gente esté  dispuesta a aceptar. Estoy convencido de que el secuestro del carbono jugará al  final un papel limitado. Hoy por hoy, el carbón es la fuente más sucia de  energía y la que más estragos causa en el medio  ambiente.
 P: En EEUU hay también ahora un intenso debate sobre el  mercado de bonos de carbono ¿se puede realmente “negociar” y especular con el  derecho a contaminar?
 R:Yo soy partidario de poner un precio al carbono. Creo  sinceramente que el sistema de “cap and trade” -como aquí se le conoce- puede  funcionar e incentivar a las empresas para reducir sus emisiones. Es un sistema  que abre la puerta a una cooperación internacional sobre una base de mercado. Sé  que tiene sus críticos, pero yo lo considero  un mecanismo  efectivo.
 P: ¿No le precupa que le llamen “el millonario del  carbono”?
 R: Los conservadores me han llamado de todo y ya no me  sorprende. A esta última acusación les respondo diciendo que llevo más de  treinta años invirtiendo de acuerdo con mis creencias y mis  valores.
 P: ¿Ha introducido también cambios en su vida privada? En  su día le criticaron por el elevado consumo energético de su mansión en  Nashville y por sus viajes en avión  privado...
 R: El tejado de mi casa en Nashville está cubierto por  paneles solares y usamos energía geotérmica para el agua caliente. Viajo menos  para reducir mi huella de carbono y también para pasar el mayor tiempo posible  con mi familia y mis nietos. Mis nietos son mi inspiración en estos momentos:  pienso en el futuro que les espera y en qué pensarán de nuestra generación, y de  esta “oportunidad” que aún tenemos en nuestras  manos.
 P: ¿Por cuánto tiempo  más?
 R: El plazo expiró en diciembre (risas)... No lo sé, eso  habría que preguntárselo a los científicos. Pero la década que nos espera será  crítica.
 P: ¿No se arrepiente a veces de no haber hecho más contra  el cambio climático cuando era  vicepresidente?
 R: Era un situación política muy complicada, con la  mayoría republicana en el Congreso. Si es difícil sacar ahora una ley del clima,  imagine como era entonces. La opinión pública en Estados Unidos tampoco estaba  mentalizada... Pero posiblemente pude hacer más por transmitir la gravedad y la  urgencia del problema.