Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
el hombre que susurra a los árboles
¿Sus árboles están estresados? ¿No crecen como debieran? ¿Les falta alegría, lustre, fronda?
Tal vez James Conroy tenga la respuesta. Tal vez se llegue hasta su casa o su calle en Nueva York si usted le invita. Tal vez medite en silencio y ponga sus manos sobre el tronco, como si estuviera auscultando la energía del árbol. Tal vez se meta en su piel, o mejor dicho en su madera viva, e intente llegar a la raíz del problema. Tal vez inicie un diálogo inaudible con el enfermo.
James Conroy, el hombre que susurra a los árboles
( www.theTreewhisperer.com ) presume de haber curado a cientos de hermanos vegetales, usando sobre todo sus manos y su intuición, de la misma manera que los quiroprácticos o los sanadores de reiki. Al cabo de más de 25 años como horticultor y experto en patología de las plantas, ha desarrollado su propio método –Green Centrics- para restaurar la energía a los árboles con una intervención mínima.
“A veces nos olvidamos de que los árboles tienen vida”, recuerda Conroy. “Creemos que son como rocas, que siempre han estado ahí y siempre estarán... Los árboles tienen savia y un sistema vascular. Son tremendamente sensibles a la energía, y hay muchísimos factores que les pueden afectar, sobre todo en la ciudad: la falta de espacio vital, el cambio climático, la pobreza del suelo, el daño que le causan los animales, los estropicios que provocamos los humanos”.
A los árboles se les puede tratar pues de una manera holística, o al menos eso afirma Conroy. Margaret Haas, que fue clienta suya, lo corrobora con su experiencia: “Mis tres acacias parecen haber revivido desde que se pasó por mi casa, en la calle 24. Y trató también a los árboles en los patios traseros de mis vecinos, y me hizo comprender que a los árboles no hay que aislarlos, que les gusta sentirse en comunidad... Ahí tienes los bosques”.
Conroy cobra de 250 a 400 dólares por árbol sanado, según el tamaño y la naturaleza del mal, que puede requerir varias visitas. Le llaman particulares y también para velar por el estado de los bosques y los parques, aunque su sueño sería trabajar en plazas como éstas de Union Square, donde salta a la vista que los olmos necesitan una o dos manos: “Un árbol sano será siempre mucho más resistente a las plagas, de la misma manera que una presona con el sistema inmunológico fuerte es resistente a la enfermedad”.
Nada más poner las manos en el tronco, Conroy les pregunta íntimamente a sus pacientes... “Si sabes escuchar, te acaban dando la respuesta. Todo el mundo puede aprender a hablar con las plantas y con los árboles”.
En eso eso anda últimamente el hombre que susurra a los árboles, impartiendo clases en el sutil arte del tree whispering, porque la tierra está que arde y los bosques convalencientes no pueden esperar ( www.strengthenforests.com ).
Carlos Fresneda, corresponsal New York El Mundo
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