Pensamos y sentimos que por qué no lo imposible en tiempos ordinarios se puede convertir en factible en tiempos extraordinarios. Los ejes políticos y economicos, se manejan por una minoría hija predilecta del capitalismo. Indagar en la construcción de la resiliencia, reencontrar valores no rentables para pocos pero vitales para los muchos, anhelar un mundo sin perdedores, escribimos sobre personas y organizaciones que estimulan a cambiar hacia un mundo mejor. Carlos Fresneda y Manolo Vilchez
Denver, la ciudad que ha renacido verde
VIDA VERDE/LA OTRA AMÉRICA
Inundada de coches hace 20 años, la capital del Nuevo Oeste americano ha vivido una prodigiosa transformación y hoy está surcada por carriles-bici
En 'Muerte y vida de las grandes ciudades americanas', Jane Jacobs arremetía contra los especuladores que destruyeron el tejido urbano para construir desolados páramos de hormigón y asfalto. Cualquiera que se adentre en el 'downtown' de la típica ciudad norteamericana, estrangulada por las autopistas elevadas, experimentará esa sensación de vacío absoluto y de negación de la existencia humana contemplada a través de los cristales del coche.
Jacobs murió hace dos años, a tiempo para certificar el fin del sueño americano en los moribundos suburbios y presenciar el renacimiento del eterno modelo de ciudad: compacta, palpitante, diversa, viva. El movimiento 'smart growth' (crecimiento inteligente) fue la avanzadilla. Ahora, con el reto del cambio climático, ha llegado el momento de dar un paso más.
Denver, a 1.600 metros de altitud a los pies de las Montañas Rocosas, lleva varios años marcando el horizonte del renacer urbano. Conviene no dejarse engañar por la lejana frialdad de los rascacielos. Mejor aparcar el coche, pasear por las ramblas de la calle 16, subirse a una bicicleta y sumarse al revoloteo de las dos ruedas por las riberas angostas del South Platte o por cualquiera de los 1.400 kilómetros de carriles-bici que surcan el área metropolitana.
«Cuando las piernas se mueven, los pensamientos fluyen», decía Henry David Thoreau. Ésa fue la sensación que tuvimos recientemente en Denver, donde se celebró no por casualidad la Convención Demócrata, llamando a las puertas de la capital del Nuevo Oeste americano.
Dicen que la prodigiosa transformación de Denver es obra del empresario, geólogo y alcalde John Hickenlooper. Aquí se celebró en 2005 la Conferencia de Alcaldes para la Protección del Clima, que agrupa ya a más de 850 ciudades que suscribieron por su cuenta el Protocolo de Kioto. Un año después, bajo los auspicios del visionario edil, la ciudad lanzó el programa Greenprint: marcando el objetivo de reducir las emisiones de CO2 un 20% en cinco años.
Hickenlooper ha puesto a trabajar juntos a las empresas, a las instituciones locales y a as asociaciones ciudadanas. La huella verde mide anualmente los progresos en capítulos como las energías renovables, el transporte, la construcción, los residuos, la reforestación y el agua. La idea es avanzar hacia un modelo más sostenible de ciudad, cimentado en los recursos locales y en el vibrante tejido económico y social.
Greenprint pide también a los dos millones de habitantes del área metropolitana que hagan sus deberes en casa y cumplan con el juramento verde 'on line' : prometo cambiar cuatro bombillas incandescentes por cuatro de bajo consumo, prometo cambiar el coche un día a la semana por la bicicleta o el transporte público, prometo no usar bolsas de plástico, plantar un árbol...
«Tenías que haber conocido esta ciudad hace 20 años», recuerda Rachel Beltrey, 36 años, artista y activista de BikeDenver. «Las calles estaban desiertas, el coche era el rey, no veías una sola bicicleta... Ahora ya ves, la meta es llegar en cinco años al 4,2% de desplazamientos en bici. Pero yo creo que vamos a llegar antes: las bicis se están multiplicando casi por contagio».
«Los precios de la gasolina no me afectan», puede leerse en la mochila de otro ciclista, Mark Pershing, 25 años, camino del Mercury Cafe, que lleva tres décadas cumpliendo la doble función de restaurante orgánico y bastión de la contracultura.
Pero si hay una experiencia obligada en Denver es el hervidero humano de la calle 16, uno de los primeros paseos peatonales de EEUU. Allí nos encontramos con Andrés Montoya, hijo de inmigrantes mexicanos, con el traje de reclamo de la sastrería Suavecito, subido a su bici 'customizada' de 5.000 dólares. Le preguntamos si nos deja dar una vuelta. Sonríe amablemente y se marcha pedaleando. La próxima vez será...
IMPULSO POLÍTICO
La convención más ecológica de la historia. Denver empleó la Convención Demócrata recién celebrada como laboratorio del futuro verde de la ciudad. Más de 140 voluntarios de 50 grupos participaron en la disminución del impacto ecológico y en la concienciación de los miles de delegados y visitantes, que disfrutaron de 1.000 bicicletas gratis y de decenas de taxis-bici. Con 5.552 usuarios, más de 40.000 kilómetros recorridos y 9,2 toneladas de emisiones CO2 evitadas, el programa Freewheeling fue un éxito y sirvió de prueba para lanzar la bici pública en la ciudad, siguiendo la estela de Washington, San Francisco y Seattle. El tren ligero, los autobuses eléctricos y el programa de coche reemplazaron a las limusinas. Se consiguió el objetivo de compostar y reciclar el 80% de la basura. El programa sirvió de preámbulo al objetivo Zero Waste (Residuos Cero) que la ciudad se ha fijado en la próxima década. Una treintena de restaurantes se sumaron al programa Lean Green y ofrecieron menús locales y orgánicos, abastecidos principalmente por los mercados de granjeros. Representantes de 428 compañías participaron en los seminarios de negocios verdes, organizados por la Alianza por un Colorado Sostenible. La eficiencia energética, la promoción de las energías solar y eólica y del gas natural fueron otras de las constantes. La ciudad se ha fijado por ley llegar al menos al 10% del suministro con renovables en el año 2015. La convención arrancó con un festival de tinte ecológico y la fiesta se trasladó a todas las horas a las escalinatas del Civic Center, al paseo peatonal de la calle 16 o al Common Parks, el pulmón verde que proyecta la ciudad hacia las Montañas Rocosas.
Carlos Fresneda
Publicado en Natura 28, el 13.08.2008
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