La isla de los delirios

 
Fotos: C.F.

Noticia de última hora: aparece un “yeti” verde en el estuario del río Hudson. Con la jungla de alfalto a sus espaldas, y con la piel mojada por las últimas tormentas, cualquiera diría que el monstruo de hierba ha llegado hasta aquí huyendo del fragor de la ciudad, hasta encontrar su lugar natural en las explanadas de la Isla de los Gobernadores...

El “yeti” de “yerba” es la última obra de Edina Tokodi, que lleva seis años sembrando la ciudad con graffitis verdes y que este año se ha sumado al aquelarre colectivo de Figment, el festival de arte colaborativo que convierta la isla más olvidada de Nueva York en un  lienzo delirante.

     
Edina, nacida hace 23 años en Kecskemet (Hungría), empezó a usar musgo, hierba y tierra en sus obras como una manera de evocar el campo que le faltaba. En las calles de  Brooklyn ha dejado su estampa en imágenes fugaces de conejos, gallinas, ciervos, cebras, osos, águilas y demás fauna urbana. También en siluetas humanas, retratos e instalaciones que han cobrado increíble vida vegetal...
    
Como artista siento la necesidad y la urgencia de proteger la naturaleza”, asegura Edina. “Y sigo sintiendo tal vez esa carencia que me empuja a seguir trabajando con materiales orgánicos que tienen vida propia, y que con el tiempo se deterioran inevitablemente”.
      
Dos tormertas consecutivas estuvieron a punto de arruinar su “yeti”, pero el monstruo de la naturaleza ha vuelto a rugir como si nada en Governors Island, ante el pasmo de los paseantes, que corren raudos a hacerse la foto con la ciudad al fondo... “He querido introducir ese elemento de feria para que la gente juegue e interaccione con el arte, que para mí equivale siempre a participación
colectiva”.

     
Dejamos a Edina con su “yeti” (que ha sido avistado 'ultimamente en Dumbo, bajo el puente de Brooklyn) y acudimos al reclamo de Isabelle Garbani, haciendo punto con bolsas de plástico con las que luego “viste” los troncos y las ramas de los árboles... “Cada minuto se consumen en el mundo un millón de bolsas. Lo que pretendo de algún modo es llamar la atención y paliar en lo posible este desastre, dando un uso ecológico y estético al plástico”.

     
Los troncos se convierten en tótems de colores con el arte plastificado de Isabelle, que todos los fines de semana instruye a decenas de voluntarios en la infatigable labor. La última vez que la vimos había logrado hacerle jersey, bufanda y guantes a cuatro árboles, con el hilo interminable de cuatro mil bolsas, y las que siguen llegando.

Entramos definitivamente el Jardín de los Sueños de Governors Island: nuestros anfitriones son el mexicano Antonio Torres y Michael Loverich, ganadores de la competición artística de este año con “Burble Bup”. Los dos jóvenes arquitectos, unidos bajo el nombre de Bittertang, tienden un puente entre “lo visceral y lo digital” y nos invitan a explorar al mismo tiempo los placeres naturales y sintéticos.

     
Su instalación es un amasijo de tubos de arena y astillas de madera, con una corona rosa de flotadores hinchables que crean un juego constante de luces y contraluces. Lo orgánico y lo artificial se dan la mano en este espacio mágico, que será hasta septiembre el epicentro de Governors Island, el recóndito patio de recreo que aún no conocen la mayoría de los neoryorquinos.

Merece sin duda la pena tomar el ferry (gratis) en la punta de Manhattan y recorrerse la isla de los delirios a pie o en bicicleta, y saludar en su banco al hombre transparente, y sentarse en la mesa imposible de los Revilusionarios, y entrar en el Palacio de los Espejos Verdaderos, y saludar ya de regreso a la Estatua de la Libertad, rodeada por esa bruma vespertina que presagia el rugido atronador de los rascacielos ¡Otra vez tormenta!


Carlos Fresneda

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