Amar la Tierra


¿Quién dijo que el medioambiente no “vende”? ¿Quién menosprecia el interés de los ciudadanos por planeta? ¿Quién se obstina en relegar la vida en la Tierra a una nota a pie de página?
Contra el escepticismo rampante, el fotógrafo y ecologista francés Yann Arthus-Bertrand ha lanzado estos días la casa por la ventana. El autor de “La Tierra vista desde el cielo” ha puesto 10.000 dólares de su propio bolsillo para alquilar el Village East Cinema de Nueva York durante una semana y proyectar en pantalla gigante “Home”, su monumental canto a la belleza natural del planeta.

Las entradas (gratis) se agotan todos los días. La gente abarrota la sala y sale con las velas infladas, deseando pasar a la acción inmediata para proteger nuestro incomparable “Hogar”, amenazado por la codicia y la insensatez del ser humano.
“Hay algo de utópico en lo que hago”, advirtió Bertrand en la primera y multitudinaria proyección de su película. “La utopía no es más que una verdad que el mundo no está preparado aún para ver u oír”.

Pero no hay más que ver la respuesta entusiasta de la gente para comprobar que la “utopía” está quizás más cerca de lo que muchos creen. Bertrand, que ha vendido más de tres millones de libros y ha “tocado” ya a 400 millones de espectadores con su documental, tiene la virtud de contagiar su pasión por la Tierra para luego ofrecer las imágenes sangrantes de la destrucción y hacer una finalmente una llamada a la acción para paliar los efectos del cambio climático (con perdón).

Las imágenes desde el cielo de las cataratas del Iguazú, de la gran fuente prismática de Yellowstone, de los glaciares de Groenlandia, de la barrera coralina de Australia o de la sabana africana son tan impactantes como rel avance de las arenas alquitranadas de Alberta, la erosión de Haití o Madagacar, la miseria del delta del Níger, los espejismos de Abu Dhabi y Las Vegas o el enjambre de invernaderos de Almería. La voz pausada de Glenn Close (Salma Hayek, en la versión en español) acentúa lo que vemos pero nunca cae en el alarmismo fácil ni en el alegato político.

Tal vez ésa sea la clave. El mensaje, a partir de ahora, debería ser “Amar la Tierra” y no ese tremendista “Salvar el Planeta” que tantas ampollas levanta (“La Tierra se salva por sí sola, deshaciéndose de nosotros si hace falta”, nos confesó hace tiempo Alan Weisman, autor de “El mundo sin nosotros”).

“Nadie nace ecologista”, advierte por su parte Yann Arthus-Bertrand. “El ecologismo está en el camino, en el viaje que te despierta”. El “viaje” de Arthus-Bertrand le llevará pronto por España y por medio mundo, convertido en embajador de excepción de la ONU en el año de los bosques. “De hombres y bosques” da nombre precisamente a su próximo libro, a punto de deslumbrar en las librerías.

Y pese al olvido general, pese a la conjura de los medios por devaluar el medio ambiente, lo cierto es que “Home” ha abierto las puertas a una nueva hornada de documentales que vuelven a poner el planeta en el candelero. Cuatro de ellos se han abierto paso en la carrera hacia los Oscar, siguiendo los pasos del inquietante “The Cove”…

“Wasteland” es un viaje inaudito al mayor vertedero del mundo, el Jardim Gramacho de Río de Janeiro, con la mirada redentora y artística de otro fotógrafo, Vik Muniz. En “Gasland”, Josh Fox nos advierte de la amenaza creciente de la técnica conocida como “fractura hidráulica” para extraer gas natural que está contaminando los acuíferos del noreste de EEUU, con Dick Cheney y Halliburton como malos de la película.

“The Warriors of Qiugang” narra la lucha incipiente contra los vertidos industriales en el corazón de China, y “Sun Come Up” nos sumerge en la peligrosa vida de los habitantes de las islas Carteret en el Pacífico, con el agua al cuello y condenados engrosar la filas de los “refugiados climáticos”, por más que a este otro lado privilegiado del mundo nos neguemos a aceptar la evidencia.


Carlos Fresneda

1 comentario:

Chefsolar dijo...

Tienes muchas razón. El amor es el único camino.