LA ODISEA DEL “PLASTIKI”

Zarpa de San Francisco el catamarán fabricado con 12.500 botellas recicladas, rumbo a la isla de plástico del Pacífico

Viento en popa y a media vela, el “Plastiki” ha zarpado de San Francisco y enfila ya hacia la misteriosa isla “basura” del Pacífico, esa viscosa y hasta ahora invisible “mancha” de plástico que ocupa ya una extensión superior a la de España.

El “Plastiki”, fabricado con 12.500 botellas recicladas, pretende emular la legendaria odisea del Kon-Tiki, pero con una misión bien distinta: denunciar el coste oculto de la sociedad de “usar y tirar”, enviar al mundo un gigantesco mensaje en una botella para salvar nuestros océanos.

En la proa tenemos a David de Rothschild, el vástago ecologista y aventurero de la famosa familia de banqueros, arropado por Olav Heyerdhal, nieto del legendario Thor Heyerdhal, el explorador del Kon-Tiki. La capitana es una mujer, Joy Royle, curtida en los mares del Sur y asistida por uno de los mayores expertos en navegación en catamarán, David Thompson.

Cien días tienen por delante los cuatro intrépidos marineros, que confían en poder llegar a Sydney, con el permiso de los “sargazos” de plástico que se encontrarán por el camino... “Tenemos una idea muy vaga de la isla “basura”. Sabemos que no es visible hasta que estás dentro de ella. Nos preocupa que no haya viento y que podamos quedar atrapados, pero el riesgo es un parte inevitable de cualquier aventura”.

Adventure Ecology se llama precisamente la empresa que creó David de Rothschild en el 2005 para fundir aventura y activismo. Atravesó el Artico para demostrar los efectos del cambio climático, viajó a Ecuador para denunciar los daños de la exploraciones petrolíferas y ahora se propone llevarnos hasta lo nunca visto en el Pacífico, con las cámaras del National Geographic como testigo.

El barco es el mensaje”, asegura Rothschild, a quien pudimos conocer durante los preparativos de la expedición en la bahía de San Francisco. “Casi todo lo que ves es producto del reciclado, incluido el material de la estructura, que hemos llamado srPET y que puede sustituir en el futuro a la fibra de vidrio. Llevamos también paneles solares, turbinas de viento y hasta una bicicleta fija para generar poder humano”.

La cabina del “Plastiki” es un igloo geodésico que protegerá a la tripulación de las inclemencias. El mastil de aluminio es realiad una tubería de riego y la vela está fabricada con tejidos reusados. El catamarán captura sobre la marcha el agua de lluvia y cuenta hasta con un pequeño jardín alimentado por hidroponía.

La naturaleza no genera residuos y nosotros no podemos ser menos”, explica Rothschild. “Todos los años se produce 260 millones de toneladas de plásticos y ya sabemos dónde acaban... Enterradas en los vertederos o plagando nuestros océanos. Hasta el 80% de la contaminación marina está causada por el plástico. Estamos estrangulando la vida en los mares y nos estamos evenenando a nosotros mismos”.

Seguiremos muy de cerca la odisea del “Plastiki” en esa Atlántida del siglo XXI que se adivina en el horizonte y que golpea nuestras conciencias de consumidores plastificados.

Carlos Fresneda, San Francisco

Publicado en el blog En la Ruta Verde de El Mundo América.


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