De la granja a la Gran Manzana



Lo que comenzó siendo la tímida iniciativa de un puñado de agricultores se ha convertido en la trastienda más sana de Nueva York

Huele a cilantro en el centro de Nueva York. Y a hierbabuena, albahaca, perejil recién cortado. Y a puerros silvestres, coles rizadas, bardanas arrancadas de la tierra la noche anterior y llegadas hasta el asfalto en el camión del granjero, que lleva tres décadas trayendo lo mejor de lo mejor hasta el Greenmarket.

Quienes vienen de fuera se frotan los ojos cuando caminan entre el paisaje y el paisanaje de Union Square, con sus puestecillos blancos y su olor a campo, en las antípodas de Times Square. Quienes vivimos aquí lo apreciamos como el regalo más generoso de la Gran Manzana, su trastienda sabrosa y verde.

El Empire State se adivina a lo lejos, marcando el norte de donde viene la cosecha. Porque todo lo que se compra en el Greenmarket ha crecido a menos de 300 kilómetros a la redonda, siguiendo métodos orgánicos o 'no convencionales', con la garantía impagable de ese granjero de piel curtida y manos cuarteadas que se levanta a las tres de la madrugada para que los vegetales lleguen frescos al puesto, y de ahí a la mesa.

John Gorzynski fue de los primeros en desbrozar el bosque urbano de Union Square, allá por 1979... «Cuando llegamos aquí, la plaza estaba tomada por los drogadictos y los maleantes. Los agricultores mirábamos Nueva York con recelo, pero pronto le perdimos el miedo. La gente del barrio no tardó en llegar, el eco recorrió toda la ciudad y así hasta hoy, que nos llegan los mejores 'chefs'... y los turistas japoneses».

Un raudal incesante de 60.000 almas recorre los más de 60 puestos del Greenmarket un sábado cualquiera. Gorzynski, 53 años, se ha afeitado su barba matusalénica a tiempo para la riada y para la cosecha de este año, que alcanza su máximo esplendor en plena canícula estival. Ahí tenemos los rábanos rojos y blancos, y las zanahorias orgánicas, y las berzas, y los bulbos, y el abanico local de coles.

«Te voy a decir una cosa: el 80% de nosotros habría arrojado la toalla si no se nos da esta oportunidad», confiesa. «La única válvula de escape de los pequeños agricultores es ésta: poder llegar directamente a los consumidores y contribuir de paso a la economía local y a la vida en la ciudad».

Hace 30 años, el espacio reservado cuatro días a la semana para el Mercado Verde de Union Square era un triste y desolado aparcamiento donde no crecían ni las malas hierbas. Los granjeros del río Hudson parecían mientras tanto abocados a la extinción, estrangulados por los mayoristas y condenados a los monocultivos. Hasta que el urbanista Barry Benepe tuvo la idea de conectar directamente al agricultor con el urbanita, y encontró este espacio privilegiado que no tardó en germinar.

Hoy por hoy hay ya 45 mercados de granjeros diseminados por Nueva York, y más de 4.000 repartidos por la geografía norteamericana, donde la asistencia semanal al 'greenmarket' es ya mucho más que un acto de rebeldía; más bien una necesidad. El fenómeno de los mercados de granjeros ha saltado ya a esta otra orilla del Atlántico, como respuesta a la oferta insostenible e insípida de los centros comerciales y los supermercados.

«Basta con que los vecinos de un barrio muestren su interés por un mercado verde para que veamos si es posible que los granjeros puedan echar raíces allí», explica Gabrielle Langholtz, del Consejo de Medio Ambiente de Nueva York. «Las tiendas locales reciben con los brazos abiertos a los agricultores porque sirven de reclamo y todos se benefician».

«¡Trina ha vuelto!» es el secreto a voces que van pasándose los asiduos al Greenmarket de Union Square. Y Trina Pilonero, 56 años, con su sombrero de paja, celebra estar de vuelta un año más con el increíble surtido de semillas del Silver Height Farms: más de un centenar de variedades de tomates y pimientos (incluido los de Padrón), veinte tipos diferentes de albahaca, lechugas para las que no existe traducción.

Trina merecería sin duda un premio por su contribución a la biodiversidad. Más allá, Nicole Bishop y la Mountain Sweet Berry Farm tienen la fama ganada por sus puerros silvestres. El 'chef' Bill Telepan se deja seducir por el olor a tierra mojada y no se lo piensa más: «Llevo 15 años comprando aquí y no concibo la vida en Nueva York sin el Greenmarket». Algo parecido opina el famoso Mario Batali: «Todos los 'chefs' saben lo importante que es acortar la distancia entre la tierra y el plato».

Uno de los puestos más concurridos es, sin duda, el de Linda Paffenroth y sus suntuosos 'jardines', donde crecen las ortigas, las chirivías, los cebollinos, las patatas del Yukon y las zanahorias rojas, amarillas y moradas. «La diversidad es uno de nuestros lemas», presume. «La gente viene buscando cosas que seguramente no va a encontrar en otro puesto».

Los ajos de Keith Farm, los calabacines de Cherry Lane, el cilantro de S&SO, los condimentos de Beth's, el sirope de arce de Deep Mountain, el pan biológico de Bread Alone... El maná incesante se prolongará más allá del verano y encontrará su dorado esplendor con las montañas de manzanas y calabazas, señal certera de ese otro otoño neoyorquino, apenas sospechado, que nos espera al sur de Central Park

Carlos Fresneda | Corresponsal de El Mundo en Nueva York

¡Bicicletas al poder!

Bicicletas aparcadas en el río Willamette de Portland.

Carlos Fresneda, desde Portland

29 de mayo.- Ignoro cuántos años tendrán que pasar en España para ver una escena como aquélla: una larga milla de bicicletas aparcadas en los bancales del río Willamette, un pelotón de ciclistas comparable sólo a los de Tour o los del Giro, con Barack Obama esperándoles en la línea de meta de Portland.

Salvando las distancias, fue como si estuviéramos a orillas del Guadalquivir, y viéramos de pronto un kilómetro de bicis alineadas, y a miles de ciclistas urbanos camino del mítin de Zapatero (con mención de honor a Sevilla, por todo lo que ha hecho últimamente por las dos ruedas).

Mientras nuestros políticos se suben al sillín para la foto de rigor y prometen 600 kilómetros de carriles-bici para el 2016 (¡qué imperdonable atraso el de Madrid!), en Portland son los vecinos quienes han tomado desde hace tiempo la delantera. La ciudad más ecológica de Estados Unidos lleva más de treinta años marcando la diferencia a golpe de pedal (www.BikePortland.org), y demostrando sobre la marcha que se puede vivir de otra manera en las grandes urbes, que hay que reconquistar todo el terreno que cedimos ingenuamente al coche.

Esta misma semana, cientos de vecinos han ocupado más de una veintenas de calles e intersecciones para reclamar su espacio. Se hacen llamar los reparadores de la ciudad (www.cityrepair.org), y pintan de colores el asfalto, y construyen templetes y bancos de arcilla, y reinventan sus vecindarios con imaginación y vegetación, a la medida de los paseantes, de los patinadores y de los ciclistas.
Ciclista en la Sunnyside plaza de Portland.

La ciudad del futuro se llama Portland, que hace tiempo decidió poner freno al urbanismo salvaje y no crecer. O crecer hacia dentro, de una manera compacta e inteligente (www.smartgrowth.org), arracimando a su medio millón de habitantes de manera que coger el coche en la ciudad se convierta en un capricho contaminante e imperdonable.

Barack Obama llegó a Portland con una noticia fresca bajo el brazo: los conductores norteamericanos ahorraron 11.000 millones de millas en marzo del 2008 con respecto al mismo mes en el 2007. Se ve que el aumento del precio de la gasolina (un dólar por litro, aún muy lejos de la media europea) está haciendo estragos, no sólo en los bolsillos sino también en la mentalidad del país más motorizado del planeta.
"Tenemos que cambiar nuestros hábitos al volante", ha dicho en plena campaña Obama, que se jacta de conducir un híbrido y de tenerlo gran parte del tiempo en el garaje. Obama se ha desmarcado también de la propuesta electoralista de Hillary y McCain, partidarios de suprimir el impuesto de la gasolina entre mayo y septiembre.

Se acerca el verano, y Obama ha sido el primero en recordar aquello de "piénsalo dos veces antes de encender el aire acondicionado". Portland votó abrumadoramente por el único candidato que ha cambiado la arrogancia de Bush padre –"El estilo de vida americano no es negociable"- y ha vislumbrado la apuesta por un futuro distinto. ¡Habrá que sudarlo!

publicado en el blog Cronicas desde EE.UU de El Mundo

Vea en verde - Planet Green, el primer canal de TV dedicado al medio ambiente

No será exactamente la CNN verde, pero marcará un hito en la historia de la televisión norteamericana como el primer canal consagrado 24 horas al medio ambiente. El 4 de junio empieza a girar Planet Green, con la ambición de llegar a 50 millones de televidentes y de hacerles ver la vida con otras lentes.

No será exactamente la CNN verde, pero marcará un hito en la historia de la televisión norteamericana como el primer canal consagrado 24 horas al medio ambiente. El 4 de junio empieza a girar Planet Green, con la ambición de llegar a 50 millones de televidentes y de hacerles ver la vida con otras lentes.

Le preguntamos a Eileen O'Neill, directora de Planet Green, si el gran público está preparado para 250 horas ininterrumpidas de información, entretenimiento, documentales, concursos y 'reality shows' descarademente verdes. "No sólo creo que éste es el momento idóneo para lanzar un canal como éste, sino que considero que es totalmente necesario”, asegura O'Neill. “Todos estamos deseando saber más y hacer más por el medio ambiente".Detrás de Planet Green está Discovery Channel, con más de 20 años de experiencia acumulada en la divulgación de la información científica y con una gran proyección mundial (www.enespanol.discovery.com). De momento, la rama verde del gigante llegará sólo al planeta americano, hermanada con dos webs que son ya las herramientas inustituibles para pasar a la acción (www.planetgreen.discovery.com y www.treehugger.com).

"La televisión intentará llegar a la gran audiencia, y confiamos en que la gente pueda luego saciar su interés y encontrar todas las respuestas en los dos portales de internet", vaticina O'Neill, que recalca el esfuerzo por encontrar el equilibrio "entre información y entretenimiento, entre los expertos y entre los talentos con tirón popular".

Leonardo DiCaprio será el productor ejecutivo de 'Greensburg', la serie documental que narra el renacimiento del pueblo arrasado hace un año por un tornado en Kansas, reconstruido desde sus cenizas con los criterios más ecológicos del momentoy con la ambición de convertirse en la pequeña capital verde (1.500 habitantes) de Norteamérica.

"Greensburg' es también el laboratorio de lo posible, el espejo al que podrán mirarse miles de pequeñas comunidades en EEUU", sostiene la directora de Planet Green. Para reforzar los contenidos informativos, el canal verde ha fichado a un viejo mito de la televisión americana, el ex presentador de la NBC Tom Brokaw y a otros bustos parlantes de renombre, como Bob Woodruff (ABC) y David Sieberg (CNN).

'Greenovate' y 'Renovation Nation' introducirán a los norteamericanos en el arte del bricolaje ecológico. 'Mean Green Machine' explorará los transportes menos contaminantes y 'The Green Life' dará pistas para el consumo verde, mientras los concursantes de 'Wa$ted' competirán por ver quién disminuye más su huella de carbono. Otro rostro famoso, la presentadora SuChin Pack, sevirá de gancho para la gente joven en 'G Word'. Maria Menounos hará mientras tanto incursiones en el Hollywood verde, a la caza de Brad Pitt y otras estrellas sensibles al mensaje.

"Para llegar al gran público hay que combinar información con entretenimiento", se justificada Graham Hill, fundador de Treehugger, el brazo teórico y práctico de Planet Green. "La parte comercial es también necesaria para darle viabilidad económica al proyecto. Aunque el mensaje es también consumir menos, está claro que la gente va a seguir comprando. Lo que prentendemos en este sentido es que la gente vote con sus dólares".

Compañías como General Motors (con el coche de hidrógeno Chevy Equinox), la constructora Caterpillar o SC Johnson se alternan en las filas de anunciantes y patrocinadores con grupos ecologistas como The Nature Conservarcy, la televisión pública PBS o la campaña 'WE' contra el cambio climático auspicida por Al Gore.

Graham Hill, que en cuatro años logró situar TreeHugger en el podio de las webs verdes (2,6 millones de visitas únicas al mes), celebra el hermanamiento con Planet Green y no teme que el mensaje quede desvirtuado por debajo del envoltorio verde: "Mi objetivo estos años ha sido cómo hacer accesible a las masas el mensaje de la ecología, cómo hacer atractivos los contenidos sin bajar el listón y educando al mismo tiempo. Creo que hemos encontrado una fórmula que funciona, con los suficientes incentivos como para captar a la gente corriente, y con la información necesaria para quien quiera profundizar en lo verde".

Tras el impacto de 'Una verdad incómoda', Hill considera que ha llegado el momento de dejar atrás el mensaje apocalíptico y de pasar a la acción "con un mensaje más positivo y soluciones concretas".

Pese a que los norteamericanos puntúan los últimos en 'ecocociencia', según el último baremo mundial de National Geographic, lo cierto es que las webs y los blogs consagrados al medio ambiente gozan de una pujanza inmejorable. Ahí tenemos el éxito de Grist (www.grist.org) aliñando el verde con sanas dosis de originalidad y humor, y por supuesto Wordlchanging (www.worldchanging.com), el punto de encuentro obligado entre la ecología y la tecnología.

Carlos Fresneda. New York
El Mundo. 18/05/2008

El reverendo irreverente


Carlos Fresneda, desde Nueva York
19 de abril.- Hay en Nueva York un reverendo irrevente que no figura estos días en la lista de invitados del Papa. Tiene las ínfulas de un telepredicador evangelista y va repartiendo aleluyas como si fueran hostias profanas. Oficia de blanco angelical, jaleado por un delirante coro de gospel. Más de una vez le hemos visto rozar el éxtasis.
No, no nos referimos a Jeremiah Wright, el incendiario pastor de Obama, sino al reverendo Billy, el profeta anticonsumista que lleva más de una década creando parroquia en el East Village...

Bienaventurados quienes confunden consumismo con libertad, porque algún día conocerán jubilosos la diferencia (coro).
Bienaventurados quienes fueron expulsados de sus barrios por los nuevos ricos, porque sus hijos volverán para iluminar la oscura economía.
Bienaventurados...


El reverendo Billy ha encontrado el púlpito a su medida en la iglesia episcopal de San Marcos, la misma en la que Allen Ginsberg recitaba su 'Aullido”'. A ella ha vuelto tras su peculiar via crucis por todo el país, resucitado ahora en forma de vídeo y película bajo el título "¿Qué compraría Jesús?"
Sostiene el reverendo Billy que Jesús compró en todo caso tiempo para mejorar las posibilidades de no ser crucificado. Y en el nombre de Cristo nos pide que despertemos antes del 'Shopalipsis', el apocalipsis de las compras que está al caer, si no estamos ya en él.

No sé lo que pasa, pero cuanto más dinero gano menos puedo comprar (coro)
Un millón de dólares por una bocanada de aire fresco...


Al reverendo Billy le vimos el domingo pasado bautizando a una niña, Scarlette, en la Iglesia del Stop Shopping... "Oh Dios, libera a los pequeños de los males del consumismo". De ahí pasó a anunciar el alumbramiento de una congregación paralela, la Iglesia para Parar los Desahucios, ante la invasión de especuladores y nuevos ricos.
Hace unos años, el reverendo Billy recorría las calles del East Village en singular procesión con un Mickey Mouse crucificado, como si fuera el anticristo. Su cruzada contra Disney y McDonald’s ha dejado paso al anatema contra los Starbucks y los Victoria’s Secret. En cierta ocasión le pusieron las esposas cuando echaba el sermón entre sujetadores y ligueros.
El reverendo Billy, todo hay que decirlo, es más bien incrédulo, aunque le educaron en el calvinismo. Su nombre real es Bill Talen, actor y escritor de profesión, pero a estas alturas reconoce que se siente desvalido sin el tupé y la levita. Pongamos que ha encontrado su misión en la tierra: sus acólitos propagan ya la voz (www.revbilly.com) por los cinco continentes...

El shopalipsis está aquí (coro).
Las grandes cadenas nos dan migrañas
Defiendo lo que queda, salva las tiendas pequeñas
Esta ciudad no es un centro comercial...


Enlace al espacio de artista por la tierra en el terra.org donde se recoge comunicacion sobre la estancia del Reverendo Bill en Barcelona en 2005 y los actos que protagonizo, de culto anticonsumista, no perderse la invasión a Starbucks.

UNA DULCE PLANTA DE ESTEVIA EN MI BALCON

 
 Ilustración de Luis Parejo

Publicado en Natura 25 de El Mundo · 05/2008

Cuidar plantas de interior o exterior, en la sala o el balconcillo, puede ser no poca cosa para personas modernas, activas y veloces en este mundo patas arriba. Y más cuando podemos sembrar plantas como la estevia, famosa por su poder edulcorante.

Llegaron los primeros días de esta primavera, virtuosa como todas en la distancia que nos separa del sol y que da para generarnos placeres térmicos, alquimias energéticas y gozos externos. El año pasado un activista payés, Josep Pàmies de Balaguer (blog), me pasó unas plántulas de la planta dulce ('Stevia rebaudiana') y me comentó que sus compuestos eran 30 veces más dulces que el azúcar (lo comprobé al masticar una de sus hojas). Me dijo que era un regalo para los diabéticos, además de virtuosa en servicios como planta medicinal. La estevia es todo un símbolo del movimiento internacional Slowfood por una alimentación en manos de la gente y no en las de la industria del aceite de girasol envenenado, el arroz especulado, la carne inflada y la pesca esquilmada.

En Japón el 40% de los edulcorantes son de base estevia y no del sospechoso aspartamo. La dulce planta procede de las tierras cálidas de Paraguay y Brasil. Y yo, al igual que cada vez más ciudadanos mosqueados con lo que pasa en la ruleta de los alimentos, a pesar de no estar del todo tolerada en la Europa de los 25 -no está aceptado su uso alimentario- , me planté las tres estevias en mi balconcillo. Precisa de todas las horas de sol posibles, quizás añorando sus orígenes. Se lleva bien con el agua y regala placeres dulces gracias a sus hojas, masticadas o en tisana, con un ligero sabor de regaliz. Está fresca desde la primavera hasta cuando nos alejamos más del sol. Después parece que muere, pero en realidad mantiene en el interior de la tierra la fuerza contenida para brotar de nuevo la siguiente primavera.

Ver resurgir el verde después de cinco meses me ha dado para nombrar mi balcón como el de la dulce independencia, entre lechugas diversas, tomates y habas colgantes. La red de conocidos anda ya enterada de mi oferta de seguir expandiendo los hijuelos de la entrega que me hizo Pàmies, y estoy dándole a la técnica de los esquejes, para multiplicarla.

Me han proporcionado desde un proveedor alemán un kilo de planta seca para experiencias tisaneras, una cajita de capsulillas tipo sacarina y un tubo de pasta de dientes, con la estevia como ingrediente. Está disponible en Biohabitat. Tiene la dulce planta hasta una campaña para ser conocida, Estevia por la Tierra puesta en marcha por buscadores de ecotendencias necesitadas de cultura y activismo. Si después de este breve viaje dulzón no te resistes a cultivar por lo menos una estevia, puedes acudir a Pàmies Horticoles que además produce ecológico: o preguntar a tu vecino, no vaya a estar ya puesto en ello.
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Enlace al espacio web del Natura de El Mundo, desde aqui al pdf completo y desde aqui al pdf del artículo

EL ECOLOGISTA EN CASA
QUIÉN: Manolo Vílchez es facilitador ecológico. Pretende reducir el impacto ambiental en la vida cotidiana. Consejos: En este artículo describe sus experiencia cultivando estevia, una planta cuyas hojas contienen un potente edulcorante natural que no está aprobado por la UE como alimento

Austin, el oasis de Texas - La otra América VIII


La cultura alternativa y la conciencia ambiental florecen en una ciudad que nada tiene que ver con el resto del Estado, uno de los más conservadores

Entrar en la Casa de Luz es sumergirse en el vergel de la vida. El bosque de bambú, la casa de té y el jardín zen van marcando el camino en medio de un revoloteo de pájaros. El colegio, las salas de yoga y masajes y la escuela culinaria son apenas una mancha de color ocre en medio de la fronda tropical. Cuando uno llega por fin al comedor, no es ya el hambre lo que azuza, sino más bien las ganas de volar.

Cuesta creer que todo esto fuera una planta empaquetadora de carne hasta 1991. Las fotos dan cuenta de la ruina, y la báscula queda como vestigio de aquel pasado cruel. Había que cambiarle el 'karma' al lugar, y nada mejor que un centro comunitario donde se explorara otra manera de comer, de pensar y de vivir en el corazón de Austin.

Eduardo Longoria, 'Wayo' para los amigos, es el alma del lugar. Mexicano de Nuevo Laredo, recaló en el insospechado oasis de Texas para medrar en los negocios. La recesión de los 80 golpeó duro, y en esos momentos de crisis personal nació la idea de crear un punto de encuentro que recogiera la semilla del Centro Este-Oeste, el faro que durante tantos años iluminó Austin.

El nombre le golpeó como un rayo: Casa de Luz. Y la desvencijada fábrica de carne, a medio camino entre el centro de la ciudad y el manantial sagrado de Barton Springs, le pareció como caída del cielo. Se unieron en la aventura Joe y Claire Bruno, que buscaban un local para una escuela Montessori.

«Nos dejamos la piel trabajando, pero fuimos capaces de construir nuestro propio sueño», recuerda Joe, al frente de la Parkside Community School, donde estudian ahora más de 130 niños. «Yo diría que Casa de Luz es más bien un sueño trascendente, más allá de lo que nunca pensamos», matiza Wayo, con un pie puesto ahora en la construcción de un pueblo donde practicar la experiencia de estos años.

«Empezamos como un centro minoritario, inspirado en la filosofía macrobiótica de George Ohsawa», recuerda Wayo. «Ahora llega cada vez más gente de todo tipo, buscando una manera de vivir más saludable y respetuosa con el planeta... El alimento es la punta del iceberg. Crear comunidad es lo que me interesa».

Las clases de cocina del Natural Epicurean School, el yoga en español de Patricia Méndez o las terapias alternativas de The Healing Touch son otros de los reclamos. En las mesas comunitarias de Casa de Luz se reúnen los miembros de Design, Build, Live o los jardineros orgánicos de Austin, al reclamo de las 'gorditas', las 'fajitas', el 'pozole' y tantas delicias locales, estrictamente veganas. «La naturaleza planifica nuestro menú», puede leerse en el lema escrito en la cocina y visible desde el luminoso comedor. La comida se bendice y se celebra cada mañana en un círculo ritual en el que participan la mayoría de los 30 trabajadores, en su mayoría hispanos.

«Somos muy afortunados con la dulzura y el trabajo de nuestra gente», asegura Wayo. «Los latinos formamos parte del espíritu de Austin, esta ciudad única que tiene tan sólo un problema: está rodeada por Texas». Certifica sobre la marcha uno de tantos contertulios a la hora del desayuno, Bruce Shotkin: «Yo dejé atrás Nueva York por Austin. El agua, las colinas y la geología contribuyen a la magia del lugar. Pero el auténtico secreto es la gente: todos venimos aquí con un tremendo deseo de explorar».

Dawn Pallavi, fundadora de la Natural Epicurean School, vive a caballo entre Boston y Austin y siente un apego indescriptible por la Casa de Luz: «Éste es un sitio que transforma en todos los sentidos. Es el baño de naturaleza, es la comida orgánica, es la gente que encuentras...». Dawn trabaja dentro del oasis mientras su hija de nueve años, Joey, va a la escuela al otro lado de la valla. A la hora del almuerzo, la Casa de Luz se troca en comedor idílico de la gran familia de Austin, rebosante de niños, destellos y pájaros.

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EL ALMA LÍQUIDA DE AUSTIN

El Manantial Sagrado de los tonkawa. Para los indios era el manantial sagrado. Los vecinos de Austin lo veneran desde 1917 como el alma líquida de la ciudad. Robert Redford aprendió a nadar aquí, en las aguas cristalinas de Barton Springs, y por eso ha querido apadrinar personalmente 'The Unforeseen' (Lo imprevisto), la película que relata la lucha de los austinitas por salvar su amado balneario de las garras de la especulación. En el documental de Laura Dunn, hay una imagen constante que se clava en la retina: la de los niños chapoteando en las aguas de Barton Springs como si fuera su elemento natural. El malo de la película, el magnate inmobiliario Gary Bradley, pone la tensión escénica: «Veo la tierra como un lienzo, sólo que en vez de pintar me dedico a urbanizar». Bradley no contaba con el espíritu rebelde y combativo de los vecinos de Austin, herederos de Angelina Eberly, la Agustina de Aragón local. La vibrante capital de Texas -nada que ver con el resto del Estado- defendió con uñas y dientes su más preciado bien público con una ruidosa campaña y un referéndum que sirve ahora de referente mundial. Lo imprevisto es un tributo a un paisaje y a un paisanaje, hermanados en esta ciudad que presume de ser capital de la música y de la alta tecnología. El orgullo local se demuestra en el arte callejero, en la pasión por los deportes al aire libre, en la veneración por los murciélagos autóctonos y en campañas como 'Keep Austin Weird' (Mantén Austin raro). El espíritu indomable se refleja todos días en este mágico manantial.

Enlace al espacio web del Natura de El Mundo, desde aqui al pdf completo y desde aqui al pdf del arttículo (con imágenes)

Carlos Freseneda | Corresponsal en Nueva York

el hombre que susurra a los árboles


¿Sus árboles están estresados? ¿No crecen como debieran? ¿Les falta alegría, lustre, fronda?

Tal vez James Conroy tenga la respuesta. Tal vez se llegue hasta su casa o su calle en Nueva York si usted le invita. Tal vez medite en silencio y ponga sus manos sobre el tronco, como si estuviera auscultando la energía del árbol. Tal vez se meta en su piel, o mejor dicho en su madera viva, e intente llegar a la raíz del problema. Tal vez inicie un diálogo inaudible con el enfermo.

James Conroy, el hombre que susurra a los árboles
( www.theTreewhisperer.com ) presume de haber curado a cientos de hermanos vegetales, usando sobre todo sus manos y su intuición, de la misma manera que los quiroprácticos o los sanadores de reiki. Al cabo de más de 25 años como horticultor y experto en patología de las plantas, ha desarrollado su propio método –Green Centrics- para restaurar la energía a los árboles con una intervención mínima.

“A veces nos olvidamos de que los árboles tienen vida”, recuerda Conroy. “Creemos que son como rocas, que siempre han estado ahí y siempre estarán... Los árboles tienen savia y un sistema vascular. Son tremendamente sensibles a la energía, y hay muchísimos factores que les pueden afectar, sobre todo en la ciudad: la falta de espacio vital, el cambio climático, la pobreza del suelo, el daño que le causan los animales, los estropicios que provocamos los humanos”.

A los árboles se les puede tratar pues de una manera holística, o al menos eso afirma Conroy. Margaret Haas, que fue clienta suya, lo corrobora con su experiencia: “Mis tres acacias parecen haber revivido desde que se pasó por mi casa, en la calle 24. Y trató también a los árboles en los patios traseros de mis vecinos, y me hizo comprender que a los árboles no hay que aislarlos, que les gusta sentirse en comunidad... Ahí tienes los bosques”.

Conroy cobra de 250 a 400 dólares por árbol sanado, según el tamaño y la naturaleza del mal, que puede requerir varias visitas. Le llaman particulares y también para velar por el estado de los bosques y los parques, aunque su sueño sería trabajar en plazas como éstas de Union Square, donde salta a la vista que los olmos necesitan una o dos manos: “Un árbol sano será siempre mucho más resistente a las plagas, de la misma manera que una presona con el sistema inmunológico fuerte es resistente a la enfermedad”.

Nada más poner las manos en el tronco, Conroy les pregunta íntimamente a sus pacientes... “Si sabes escuchar, te acaban dando la respuesta. Todo el mundo puede aprender a hablar con las plantas y con los árboles”.
En eso eso anda últimamente el hombre que susurra a los árboles, impartiendo clases en el sutil arte del tree whispering, porque la tierra está que arde y los bosques convalencientes no pueden esperar ( www.strengthenforests.com ).

Carlos Fresneda, corresponsal New York El Mundo

amanece en Milagro - yo cambio I


Con este artículo, en enero de este año 2008 comenzamos una nueva sección en la revista Integral (nº337) con el título de este blog. Aqui enlazamos al pdf de Amanece en Milagro, donde presentamos el espacio.

Reinventar el día a día
El cambio climático va a ser el catalizador de todos esos cambios que
llevamos aplazando desde hacía tiempo y que van a afectar profundamente a nuestra vida cotidiana. Lejos de caer en el pesimismo, desde este rincón propondremos “reinventar” el día a día y explorar soluciones prácticas al gran reto de nuestro siglo, empezando por lo que tenemos más a mano y convencidos de que el cambio más necesario es, tal vez, el que debe producirse al nivel de nuestra
conciencia. La naturaleza estará siempre muy presente en este periplo que iniciamos juntos y que tendrá también muy en cuenta a los millones de humanos que sobreviven con 1 dólar al día y a los 25 millones de especies que nos acompañan en este incomparable y portentoso planeta. Esperamos ir más allá del “cambio personal” y confiamos en que éste sea ante todo un viaje al emocionante futuro compartido que podemos construir cada uno de nosotros: yo cambio, tú cambias, él/ella cambia, nosotros cambiamos...

simplicidad radical en video, en USA

En 2005 se publicó en castellano el libro de Jim Merkel, Radical Simplicity: Small Footprints on a Finite Earth, con el nombre de Simplicidad Radical y gracias al esfuerzo editorial de la Fundación Tierra, el libro está comentado, con detalles y disponibilidad en Biohabitat.

en 2006 Jim Merkel realizado un dvd que recorre su periplo activo por una vida en autoconteccón, simplificadad, equitativa con el resto de humanos y otros seres vivos, aquí un abtract: